Eduardo Álvarez
No llega, como suele hacerlo papá, lleno de esperanza y cargado de alegría. Está en casa. Su absoluta presencia es tan antológica como los ríos, las frutas y los campos. Siempre han estado ahí para darnos de comer. Y para regocijarnos en ellos.
De manera que vocear, convenientemente, “llegó mamá” es algo irreflexivo y absurdo. Como disminuir, retroceder y negar el consagrado valor de una madre. Convertir la cálida realidad de una entidad que existe en una esperanza abstracta.
Esperamos la llegada del Mesías, de los Reyes Magos y de Santa Claus. Metafísica que hemos diseñado para mantener viva la esperanza.
Los físico y palpable es la madre naturaleza, que nos alimenta y cobija; la Virgen Protectora, que nos aparta de todo mal; y mamá, que nos amamanta y cuida con amor. Aristóteles explica y ubica lo metafísico después de lo físico.
“Una madre con sus hijos representa a toda la humanidad. Retrato universal que desborda eso que conocemos como ‘esfera pública’. Abarca a la política, partidos, medios de comunicación, organizaciones, asambleas y Estados”.
La cita es tomada del libro La imagen no lo es todo, de mi autoría y escrito mucho antes de que alguien acuñara la destemplada frase “llegó mamá”, capitalizando el éxito de “llegó papá”, sin sentarse a pensar que segundas partes nunca fueron mejores y en el ridículo de imitar e ir a la zaga. Y que, ¡carajo!, las madres, cuando lo son de verdad, siempre están ahí. No tienen que llegar. A veces, no siempre llega lo esperado.
Un poco de buen juicio e imaginación es imprescindible para ser creativo y original. Los asesores de la primera dama tienen, entonces, que recurrir a ideas más afortunada sorprender, conquistar y cautivar.
Santo Domingo, R.D., lunes, 14 de marzo de 2011.
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