miércoles, 13 de abril de 2011

En el espejo de Perú


ORLANDO GÓMEZ TORRES

La primera vuelta electoral en Perú donde se “clasificaron” a la segunda vuelta Keiko Fujimori y Ollanta Humala, debe ser un llamado a la reflexión para una América Latina que se nota ajena de opciones, sumida en una evidente inercia política y aparentemente a la deriva en materia de políticas de Estado, carente de proyectos racionales de desarrollo o tan siquiera un foco definido de hacia donde se desea llegar. La polarización social a lo interno de los países latinoamericanos por pura politiquería parece, por ahora, inevitable; pudiendo esto degenerar en apenas otra década perdida para la región.

 Humala.

Por un lado está el populista de “izquierda” Ollanta Humala que plantea, en esencia, reeditar en Perú el fracasado modelo bolivariano de Venezuela.  Por el otro lado está la hija de un populista de “derecha”, que a parte de garantizar el indulto a su corrupto padre, ha hecho la promesa de la vuelta a un modelo tendente a potenciar el clientelismo y el proteccionismo comercial como su fortaleza. Antes que estas dos patéticas excusas de “opciones de voto”, los peruanos también tenían a un ex Presidente tratando de volver a las riendas y a su ex Ministro de Economía haciéndole frente.

 Curiosamente en esta elección de Perú se conjugaron todas las debilidades del sistema político latinoamericano: el populismo mesiánico acuñado por la seudo-izquierda,  el populismo clásico, la nostalgia del poder de pasados presidentes, y el tratamiento dinástico de la política y el control de los Poderes del Estado.

 Ante similares encrucijadas se encuentran países con elecciones presidenciales en el corto plazo como Argentina, Costa Rica, Guatemala, Nicaragua y porque no, República Dominicana.    

 Keiko.

Ante esta perspectiva, que es razonable esperar que se siga redituando a través del continente, cabe preguntar: ¿Realmente los países latinoamericanos carecen de opciones políticas más institucionalistas? ¿Hay en Latinoamérica una aversión al fortalecimiento de las instituciones, de ahí a que opten por opciones que abiertamente atentan contra el desarrollo institucional de sus Estados?

 En el caso de Perú en el tercer lugar de la primera vuelta quedó  Pedro Pablo Kucynski, que  representaba una especie de continuidad del modelo moderado de desarrollo llevado desde los gobiernos de Alejandro Toledo y Alan García, que con éxito han impulsado el crecimiento económico en la última década.

 Sin embargo, la fuerte percepción de una creciente desigualdad, un  incremento en los índices de violencia y la masificación del empleo informal sirvieron para revivir el deseo por modelos fracasados que por vía de la corrupción y clientelismo permeaban beneficios a algunos de las clases necesitadas (que estuvieran en el bando del gobernante), pero  condenaron a toda una región a años de retroceso institucional.

Creo que existe en los latinoamericanos un deseo objetivo por el desarrollo y la comprensión de que la institucionalidad es requisito indispensable. Pero el inmediatismo y la falta de visión a largo y mediano plazo puede más que nosotros como raza, y nos lleva a cometer los errores que en unos meses llevará a un Ollanta Humala o una Keiko Fujimori al poder. Si 20 años de atraso no fueron nada, ¿qué son otros 20 más?

Santo Domingo, R.D., miércoles, 13 de abril de 2011.

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