domingo, 10 de abril de 2011

Sobre la conveniencia de una actitud


Mi voz escrita//
JORGE HERRERA

En su próxima comparecencia, no importa cómo ni desde dónde, y, sin que sea la reacción ante un chantaje,  el ingeniero Miguel Vargas tiene el deber, el compromiso y la obligación de reafirmar el temple de su recio carácter, no obstante la adversidad que le ha deparado en las primarias del Partido Revolucionario Dominicano, el proceso convencional recién finalizado. Es tiempo de que se ejecute un corte por lo sano. Hay que salvaguardar al PRD.

A pesar de todo, Miguel Vargas, tiene que admitir que la situación por la que  atraviesa es  consecuencia lógica de los errores cometidos por ese entorno maldito que él se dejó imponer. Estoy seguro de que nadie alertó a Miguel sobre lo pernicioso de tener a su lado a Andy Dauhajre, enemigo jurado del doctor Peña Gómez, y de quién se dice que sólo ha incursionado en la política partidista con la finalidad de preservar y obtener beneficios personales.

La experiencia sufrida por el país, en el aspecto económico, con la colocación en el mercado de valores de los tristemente recordados bonos soberanos, cuyas malas consecuencias aún carga sobre sus hombros el ciudadano ordinario a través del pago de tantos impuestos en desmedro de sus magros ingresos, debió ser suficiente razón para mantener lejos del partido de la esperanza nacional a tan nefasto personaje.

Sin embargo, no sólo se le permitió penetrar al reino perredeísta, sino que se le dio patente de corso para que junto a un séquito de siniestros a sus mefistofélicos servicios se encargara de sepultar definitivamente a la más añeja y combativa herramienta con que pueden contar los estratos más humildes y depauperados de la sociedad dominicana.

No acabo de entender por qué Andy Dauhajre forma parte de la comisión de Miguel Vargas que negocia con la de Hipólito, un entendimiento que unifique a la familia blanca con miras a los comicios a celebrarse en mayo de 2012, si lo único que ese señor representa desde ya, es un nuevo fracaso para las aspiraciones de los perredeístas.

Santo Domingo, R.D., domingo, 10 de abril de 2011.

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