El espectador comprometido
CARLOS BAEZ EVERTSZ
¿Hay otros modelos de continuidad y de permanencia en el poder que puedan haber suscitado el interés del pragmático presidente dominicano además de los señalados?
No tengo ninguna certeza pero otro amigo viejo, Pablo Mariñez, flamante embajador de la República durante el reinado de Fernández, por muchos años en México y ahora en Chile, un seguidor de Bosch de larga data desde sus años en Madrid, donde a través de él proporcioné a don Juan algunos libros de Marx y Lenin (en esos momentos de difícil localización en España durante el franquismo), que le sirvieron como fuente bibliográfica, entre otras muchas, para la redacción de los libros que Bosch escribía en Benidorm. Seguro que Mariñez le habrá informado a Leonel Fernández sobre las características de la bien llamada por Vargas Llosa " dictadura perfecta" del PRI.
Ese modelo fue complejo y fue evolucionando pero se basaba en la continuidad en el poder del PRI con la fórmula (que es rechazable para Fernández, sin ninguna duda), de que los presidentes no repiten y tienen un mandato de cinco años. La continuidad no está en el hombre está en el partido en el poder. En terminología de Gramsci, el "principe moderno" en México era el partido, el PRI, no el presidente de la República.
Para un cesarista como el presidente dominicano ese modelo no le conviene. En el esquema de Fernández el partido es él, el Príncipe, es él. El partido en su concepción profunda es un instrumento para ser usado y utilizado a conveniencia. Si no que le pregunten, en la intimidad y sin micrófonos, a Danilo Medina, que ha tenido que pagar y sigue pagando la osadía de retarle el puesto de candidato a Presidente y de líder del partido.
Si se hubiera seguido la fórmula del PRI quizás el PLD estuviera más tiempo en el poder del que los dominicanos nos merecemos, pero gracias a Dios, esto no entra en la obsesión política patológica por el poder de Fernández. Su lema político es "yo o el diluvio", "yo o el caos", "yo o que se hunda la isla".
Sería una gran injusticia negar que Leonel Fernández haya tenido la inteligencia política de renunciar a la herencia trujillista de la eliminación física de los opositores irreductibles. Trujillo, es sabido, tenía dos obsesiones, captar y nombrar a personas de cierta valía en los puestos públicos para de esa manera ganarse su lealtad política, y eliminar a través del asesinato a los que se resistían a servirle.
Balaguer fue en cierto modo más "populista" o populachero en materia de nombramientos. Obligado a ganar votos, aunque en última instancia necesitase el uso del fraude electoral para imponerse, las más de las veces, no se limitó al nombramiento de notables y personas de valía en los puestos públicos, ya que habiendo la posibilidad de ejercer una oposición –aunque en ciertos periodos con muchas limitaciones-, y estando la "clase política" dividida, tenía menos libertad de movimientos en materia de nombramientos, es decir, necesitaba "agentes electorales" venidos de sitios muy diversos y de diferente catadura.
Además, Balaguer servía a la clase dominante pero, a la vez, era característico de él, tener un cierto desprecio muy pequeño burgués, por la tradicional oligarquía dominicana y por los notables. Y junto a su casi incondicional política de servir a sus intereses se manifestaban sus rabietas de hijo de "clases subalternas", con sus expresiones del tipo: "Esta gente es insaciable, lo quieren todo".
Si se hubiera seguido la fórmula del PRI quizás el PLD estuviera más tiempo en el poder del que los dominicanos nos merecemos, pero gracias a Dios, esto no entra en la obsesión política patológica por el poder de Fernández. Su lema político es "yo o el diluvio", "yo o el caos", "yo o que se hunda la isla"
Rabietas que no tenían ninguna expresión política relevante, aunque es justo decir, que en muchas ocasiones ejerció un "bonapartismo político", que lo hacía creerse autónomo de los detentadores del poder económico. Y claro, cuando era necesario, se acudía al asesinato político selectivo, que sumando muertos alcanzó una cifra elevada. Fue nuestro versión criolla de Thiers post Comuna de París en la coyuntura post revolución de abril.
Balaguer captó para el Estado a parte de los notables conservadores, a algunos técnicos y políticos gestores de calidad, pero infló el aparato burocrático del Estado con una pléyade de inutilidades a todos los niveles, a los que, además, les pagaba una miseria en relación con el coste de la vida. Famosa es su frase que no necesitaba subir los sueldos de los servidores públicos "porque ellos saben cómo defenderse".
Una proclamación de su idea de un estado poco gastador, junto a una indiferencia absoluta y dejación de su responsabilidad como jefe de estado. Control del gasto y del déficit, por un lado, aunque era manifiesta su política de "dejar hacer" en materia de todo tipo de corrupciones: comisiones por obras, contratos a dedo, sobornos a cambio de resolución de gestiones administrativas, tráfico de influencia, robo de bienes públicos, etc. etc. Todo esto se ha copiado y magnificado durante los años de los gobiernos del señor Fernández.
Cuando Leonel Fernández habla de modernización administrativa, sus palabras son sensatas y certeras, cualquier técnico de organismo internacional la puede hacer suyas, repite, con su estilo, lo que se dice en el Banco Mundial, en la ONU, en la UE, en la OEA, lo que querría el Departamento de Estado. Buenas palabras no le faltan. También aquí no le tiembla al pulso al firmar leyes de carrera administrativa, de modernización y transparencia de la gestión pública, de persecución de la corrupción.
Sus actos, empero, son una continuidad de las peores prácticas del pasado, pero con un "aggiornamiento", una puesta al día porque los tiempos han cambiado. El gran mérito de Fernández ha sido decir: no se mata a ningún político opositor, mejor que eso, se le compra. Ya lo dijo el general Porfirio Díaz: No hay nadie que no sucumba a un cañonazo de un millón de pesos... o de diez.
Quizás no sabremos nunca si Leonel tiene como Balaguer un sueño de Gobierno que tuvo cuando niño, pero lo que si sabemos, es que en casi doce años de Gobierno ha tenido tiempo para realizar bastante de sus sueños. El balance de su gestión parece que se puede saldar con un notable o aprobado alto en materia financiera según todos sus apologetas.
La moneda dominicana no se ha derrumbado, todavía. Las macro magnitudes económicas crecen, y no todo ello es consecuencia del lavado de activos de procedencia dudosa, sino de la inversión directa en el país. Tanto es así que en un "delirium tremens" de fernandismo un seguidor ciego nos decía que todas esas inversiones se la debíamos a los viajes del Presidente y que era una mezquindad decir que esos viajes eran onerosos. Gracias a ellos teníamos tantas inversiones extranjeras directas.
Me contaron que un humorista político, al estilo de Álvarez Guedes, al oír ese comentario dijo: Chico, los dominicanos van a patentar el mejor invento de promoción de las inversiones extranjeras que se ha conocido, van a tener un Presidente volante que estará 365 días viajando por el mundo para obtener inversiones directas. El interlocutor le replico que eso era disparatado, además de muy caro, y el humorista le contestó: Que va, el gasto es una nadería, un séquito de 30 o 40 personas, aviones privados, suites como las del Ritz en Madrid o el Plaza en Nueva York, unas pequeñas compras en Dior, Vuitton, Armani, ¿qué es eso ante los miles de millones de dólares en inversiones que se esperan?
Y además, como el Presidente Dominicano es el eje de la economía y las finanzas, se suprimirían todos los entes económicos del gobierno, salvo un grupo de gestores en el ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (ates Técnico de la Presidencia). Si el Presidente es todo en materia económica, los ministerios económicos sobran. Chico, le darán el Premio Nobel de economía. Han descubierto la clave de bóveda del crecimiento sostenido...desde un avión ¡Qué grandes son esos dominicanos!
La ficción, a veces, se queda pálida ante la realidad, de la misma manera que la naturaleza suele imitar al arte.
(Del autor: Doctor en sociología (PhD).Postgraduado en comunicación política. Funcionario de carrera por oposición del Cuerpo Superior de Administradores Civiles del Estado de España (en activo de 1986 al 2009). Ha sido profesor de sociología y ciencias políticas. Actualmente es analista político.)
Santo Domingo, R.D., Sabado, 29 de octubre de 2011.
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