Luis Pérez Casanova
Acosada por la presión ante la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos, la Junta Central Electoral (JCE), en una muestra de sensatez, revocó el “genocidio civil”, como ha sido calificada la suspensión de actas de nacimiento expedidas a niños de origen haitiano.
Sin embargo, durante la audiencia celebrada en Washington salió a relucir que los dominicanos residentes en Estados Unidos también son víctimas de atropellos.
La queja, enarbolada por cónsules dominicanos con el evidente propósito de desvirtuar la acusación y presentar los atropellos como algo normal contra los inmigrantes, lo que produjo fue indignación y vergüenza. Es insólito que millares de dominicanos, que en la inmensa mayoría de los casos han emigrado con la intención de mejorar sus condiciones de vida a través del trabajo honrado, no cuenten con alguien, aunque sea una organización, que vele por sus derechos. Y conste, que en Estados Unidos no sólo hay una caterva de vicecónsules, sino legisladores y funcionarios de origen dominicano.
Sonya Pierre.
Las humillaciones contra los compatriotas en Puerto Rico tuvo que asumirlas un organismo del Gobierno estadounidense, lo que evidencia el desamparo de los miles y miles de nacionales, que paPreviewra colmo han llegado a la isla en las más difíciles circunstancias.
Norteamericanos de origen dominicano no se conduelen de las penurias de los suyos. La denuncia de los vicecónsules torna más altruista y humana la labor que desde un batey realiza doña Sonia Pierre a favor de los derechos civiles de niños de origen haitiano.
Por circunstancias del destino miles de haitianos han tenido que emigrar a esta parte de la isla, pero lo han hecho, como los dominicanos que cruzan el canal de la Mona para llegar a Puerto Rico, con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida. ¡Cuánta falta hace a la comunidad dominicana en el exterior una figura como doña Sonia Pierre!
Santo Domingo, R.D., lunes, 31 de octubre de 2011.
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