viernes, 20 de enero de 2012

Peña Gómez


Danilo Cruz Pichardo

José Francisco Peña Gómez fue el estratega e ideólogo del triunfo electoral del Partido Revolucionario Dominicano en los comicios de 1978. Peña  diseñó el proyecto que, para muchos, incluyendo al profesor Juan Bosch, era un imposible cristalizar.

América Latina ha producido dos grandes ideólogos (y ninguno llegó al poder): Víctor Raúl Haya de la Torre  y Peña Gómez. Peña, además, era orador. Dominaba plenamente las técnicas de la oratoria: hacía pausas entre los párrafos o para cambiar de ideas, hablaba a diferentes velocidades, variaba las entonaciones, dramatizaba y conmovía al auditorio. Nadie se quedaba dormido.

Y diferente a Leonel Fernández, a quien algunos  consideran orador, sin conmover al público, Peña era un hombre que decía lo que pensaba y sentía; era auténtico y humilde, usaba siempre un lenguaje llano y el mensaje llegaba.

Fue extremadamente honrado. Quería morir del dolor cuando era objeto de alguna calumnia, porque su imagen pública era tesoro, contraste evidente con los funcionarios públicos de estos tiempos, a los que se les acusa de dolo y no responden, haciendo honor a la máxima de que “el que calla otorga”.

Peña Gómez tenía una buena memoria, pero  gran capacidad para el perdón, no sabía guardar odio. Perdonó a todos antes de morir, incluyendo a los que se pasaron la vida negándole su nacionalidad dominicana y que lo acusaban de pretender unificar la isla, de alcanzar la Presidencia de la República.

La historia social dominicana no registra un político más pluralista y democrático que José Francisco. Es el único líder que ha propiciado el surgimiento de nuevos líderes en su propia organización. El único líder, además, que ha dado paso a otros para optar por la candidatura presidencial de su partido, pudiendo él encabezar la boleta. ¡Cuánto desprendimiento! José Francisco tenía también una enorme capacidad de mediación en los conflictos del PRD, los que siempre solucionaba. Fue un ser humano excepcional, de  grandes virtudes. Lástima que no sea valorado en su  dimensión.  Parece que la persecución, por el color de su piel, continúa después de su muerte.

Santo Domingo, R.D., viernes, 20 de enero de 2012.

http://www.presenciadigitalrd.blogspot.com/opinion/2012/01/20/Pena-Gomez

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