Yasir Mateo Candelier
Creo que fue a partir de recomendar la unidad del P.R.D. después de la convención en que Hipólito Mejía resultó vencedor que ya no me publican en el periódico digital de nuestro partido. Me consuelo pensando que de mejores sitios me han echado, botado, despedido o instado a abandonar el lugar. A no volver nunca más.
El primer lugar de donde me botaron fue de un colegio católico. Yo tenía entre seis y siete años de edad. El motivo: Durante el recreo, un niño diabólico de más edad que la mía me comentó que debajo de las faldas de las monjas había cajas de chocolate. Ese mismo día no dudé en buscar mis chocolates debajo de la falda de una madre superiora, quien con cara de limón envenenado no dudó en echarme del colegio.
Pocos años después de este incidente, me sacaron por un tiempo del curso de primaria en el que estaba porque un grupo de amigos y yo decidimos que un profesor nos caía mal y le llenamos la silla y el escritorio de fogaraté. Me descubrieron por la risa que me produjo ver el rascamiento compulsivo que le cayó al maestro.
El mejor lugar de donde me han echado hasta ahora es de un burdel en El Cairo. Entré allí por accidente. Tres mujeres de pago de origen asiático se me acercaron. Querían bailar conmigo. Algo andaba mal. Caí en la cuenta de que estaba en un lupanar por el origen de las chicas, todas muy guapas, las luces opacas y un vaso de cerveza que alguien había puesto en mi mesa y que yo no había pedido. Y como no quise pagar, me botaron del sitio. Y de mala manera.
El peor lugar de donde me sacaron fue del Congreso Nacional Dominicano. Llegué allí para cobrar una deuda que tenía una diputada con uno que era mi jefe en el Estado. Una especie de portero me dijo: Uté no tiene media, señol. Y era cierto. No me había puesto calcetines. Pero si la mayoría de los que trabajan allí entran sin conciencia y sin educación. ¿A quién le iba a hacer daño yo por entrar un momento sin medias?
Me quisieron echar de un bar a las 5 de la mañana poniendo música de Frank Sinatra. Craso error. No hay mejor música para bailar. Así que pusieron a un tal Roy Tabaré. Lo lograron. Me hicieron marchar.
Hace mucho una novia me botó por no tener carro. Tuve peces que me abandonaron por falta de comida. Y un gato que decidió ahorcarse donde cuelgan las cortinas por no vivir conmigo bajo el mismo techo, dejándome una curiosa nota: Los gatos no somos vegetarianos.
Por todo lo expuesto, señores del periódico digital del P.R.D., si no me publican, es su derecho. Es más, a mí me parece de lo más natural.
Santo Domingo, R.D., martes, 24 de enero de 2012.
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