HAMLET HERMANN
En 1972, el periódico Washington Post publicó una serie de reportajes en torno al espionaje contra el Partido Demócrata ordenado por el presidente Richard Nixon. El ilegal proceso fue descubierto a partir del hotel Watergate, ubicado en la capital estadounidense, de ahí que todo el caso criminal fuera conocido por el nombre de ese establecimiento.
El desarrollo de la investigación periodística se hizo libro en 1974 bajo el título: “All the President’s Men”, en español, “Todos los Hombres del Presidente”, bajo la firma de los reporteros Bob Woodward y Carl Bernstein.
Puede decirse con propiedad que lo publicado por el Washington Post sobre el caso Watergate generó un movimiento social de repudio contra el gobierno de Nixon. Esto ayudó a desenmascarar los engaños y trampas del primer mandatario de esa nación mientras desarrollaba una brutal guerra contra Vietnam y devaluaba el dólar. La justicia estadounidense funcionó sometiendo, y condenando posteriormente, varios de los principales funcionarios de la Casa Blanca. Nixon se vio entonces obligado a renunciar a la Presidencia en 1974.
Los 5 de Watergate: (Bob Haldeman, John Mardian, Kenneth Parkinson, John Ehrlichman, John Mitchell), Dec. 30, 1974
Recuerdo ahora el caso Watergate a propósito de la negación de visas de entrada a territorio estadounidense a algunos de “los hombres del presidente” Leonel Fernández. Este hecho era conocido por lo bajo desde mucho tiempo atrás en diversos sectores militares y llegaron a “Radio Bemba” con lujo de detalles. Varios funcionarios civiles también fueron mencionados entonces por el rumor popular como de estrechos vínculos con el grupo del narcotraficante Figueroa Agosto.
Contrario a lo que ocurrió en Estados Unidos en tiempos de Nixon, ninguno de “los hombres del presidente” fue siquiera acusado. Por el contrario, fueron protegidos desde la Presidencia y nunca fueron incluidos en las investigaciones sobre narcotráfico y lavado de activos.
La semana pasada, cuando la prensa preguntó a la embajada estadounidense en Santo Domingo sobre este caso, no desmintieron, aunque tampoco confirmaron, la especie publicada por Univisión.
En lenguaje diplomático, como en álgebra, dos negaciones equivalen a una aceptación. Lo que antes había sido considerado como críticas irresponsables por los gobernantes, ahora que la embajada de Estados Unidos niega el ingreso a su territorio a estos funcionarios militares, el comentario adquiere veracidad.
A final de cuentas, el encubrimiento desde el Palacio Nacional sirvió de poco. La verdad, como el agua subterránea, circula ocultamente bajo la superficie hasta que encuentra la primera grieta en el terreno. Entonces surge a raudales y empieza a regar y mojarlo todo.
Para estos funcionarios gubernamentales, la visa para ingresar a territorio estadounidense es un símbolo de “estatus social”. Se matan por tener la visa aunque no vayan a viajar a ese país.
Esa certificación significa que “están bien con los americanos” en una muestra adicional del servilismo que siempre han practicado. Esa sumisión al “Norte revuelto y brutal”, como decía José Martí, contrasta con un caso que llegó a mi conocimiento. Un personaje muy conocido en República Dominicana solicitó visa de turista a raíz de la victoria electoral del candidato Barack Obama en Estados Unidos. Pretendía participar en discusiones académicas sobre las relaciones que se vaticinaban en el área del Caribe con la nueva administración post-Bush. Cuando llenó todos los trámites formales acudió a la cita consular para ser entrevistado.
Allí, un vicecónsul informó que no podía concederle la visa porque estaba en una lista de críticos de la política estadounidense. Si insistía en obtener esa certificación, debía dirigirse directamente al Secretario de Estado de Estados Unidos. Cortésmente, el vicecónsul solicitó excusas al solicitante por esta negativa oficial.
Fue entonces cuando el dominicano, cortésmente también, respondió al funcionario: “No tiene que excusarse. Por el contrario, considero que usted me está elogiando. Si todavía Estados Unidos considera peligrosas mis reiteradas denuncias contra su política agresiva por todo el mundo, está admitiendo que tengo razón. De ahí que, contrario a perjudicarme, en realidad confirma que la labor de mi vida ha ido por el camino adecuado. Gracias, por sus elogios, muchas gracias”.
Y sin visa para ingresar al territorio estadounidense sigue siendo respetado por sus compatriotas.
Lamentablemente, no pueden decir lo mismo “los hombres del presidente” Fernández a pesar de su enriquecimiento súbito y toda la protección oficial para garantizarles la impunidad.
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