domingo, 4 de marzo de 2012

Reflexión sobre el destino de Danilo


MI VOZ ESCRITA 
JORGE HERRERA


Danilo, “muere oscuro aunque ande vendiendo velas”. El dicho es de mi tío abuelo Emesilio Guerrero; solo aprovecho la moraleja para establecer el símil. Cuando el tío Emesilio observaba que su frente cometía errores elementales en una “mano de dominó”, solía decirlo con la propiedad del que conoce las reglas del juego y el gracejo natural de su “trespatinesca” figura. 

Como la guerra, la política es un arte; solo que con características científicas específicas, también condicionadas por la capacidad creativa. Más que otras ciencias, la política se nutre de talento y disciplina. La astucia, aunque necesaria, al punto que se la considera consustancial, no es imprescindible, si se tiene la razón y se actúa con buena fe. 

Insisto en que la segunda promesa del lema con que Danilo inició su campaña, es incumplible, por el nudo gordiano que lo ata a las descaradas formas de corrupción que caracterizan los gobiernos de Leonel, sin que las denunciara nunca. Únicamente cuando le afectó directamente, casi lloroso, se atrevió a decir: “Me venció el Estado”. 

Sin embargo, ahora que es beneficiario del mismo Estado, se presta a la pretensión peledeísta de imponerle al país una dictadura constitucional, consciente de que siempre será segundón, por cuanto la pusilanimidad habría moldeado su carácter. Parece que Danilo es masoquista; el más reciente golpe se lo dieron con el timón del Metro… 

En los “Diálogos Intec con los candidatos presidenciales 2012”, Danilo le hace un merecido reconocimiento al dicharachero tío Emesilio. En aquel escenario, el candidato del PLD, en vano afán de justificar la segunda y tercera proposiciones del lema, como dijera Balaguer, cierta vez: “se hizo pupú fuera del cajón”. (Sic) 

Luego de reconocer que “continuar lo que está bien”, lo ponía en brazos del gobierno, continuó con un circunloquio aberrante que sólo detuvo el auditorio con un alud de incisivos cuestionamientos. Y… ¿cuál fue su salida? Exigir que le den el beneficio de la duda; que lo elijan y lo dejen gobernar. ¡Cuánta insolencia!

Santo Domingo, R.D., domingo, 04 de marzo de 2012.

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