viernes, 4 de mayo de 2012

Y luego, le halan la soga


La carnada fue puesta hace tiempo en pactos, acuerdos de aposentos

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO

Tengo para mí que lo he referido, pero es oportuno contarlo de nuevo: Don Juanito Arbona y papá eran amigos de infancia. 

Decidieron iniciar un negocio de pesca colocando nasas en lugares estratégicos, para capturar los peces que luego venderían como pescados.

Las nasas fueron fabricadas en el patio de mi casa y el único beneficio que se obtuvo del negocio fue que me enseñaron a navegar con dos velas.

Además, aprendí que para cobrar hay que trabajar, que todo lo que te dan tiene una intención a veces oculta.

Aquella tarde salí con José Blequi y Roberto Cara de Cachimbo, encargados de operar el negocio de las nasas. Roberto tocaba una guitarra de tres cuerdas cuyas ejecuciones envidiarían los guitarristas de Los Panchos, si lo hubieran escuchado.

Bogamos alrededor de los manglares más cercanos al pueblo, los que están  por Punta Inglés o Punta Inglesa y en el lugar arrojaron la mitad de la carnada  contenida en una lata grande de aceite comestible, lo cual fue una llamada a los peces.

Aquello parecía un arcoiris que salía del mar, formado por peces de distintos colores que comieron rápida y vorazmente la carnada. Al  llegar a casa le di la queja a papá: José Blequi y Cara de Cachimbo estaban botando la carnada ¿cómo iba a desarrollarse un negocio que comenzaba regalando la carnada?

El viejo me explicó: esa carnada se echa en esa forma durante varios días para que los peces se acostumbren a que en esa área hay comida.

El negocio no funcionó porque uno de los dos, José Blequi o Cara de Cachimbo, informó a un familiar el lugar donde se colocaron las nasas y las mismas eran levantadas y saqueadas antes de que llegara el dueño.

Años después llegó a la residencia un militar en una motocicleta, preguntó quién vivía en la casa y entregó un sobre que enviaba el Presidente de la República.  El sobre contenía un generoso cheque y una tarjeta que decía: Feliz Navidad le desea su amigo Joaquín Balaguer.

Todos los días 25 llegaba el mensajero con un sobre similar cuyo contenido era cambiado en el supermercado que prefería la esposa del destinatario.

Para la campaña electoral de 1974 Balaguer necesitaba todos los votos y entonces llamó a su amigo y le demostró que el cheque era un compromiso que se devolvía retornando al redil  y respaldando las aspiraciones del Partido Reformista. Así se cumplió. Estamos en el momento de las decisiones. La carnada fue puesta hace tiempo en pactos, acuerdos de aposentos y cocimientos de maldades, odios, corrupción y designaciones de jueces.

Ahora les toca quitarse la careta y lo harán de uno y otro modo. No se sorprendan.

Santo Domingo, R.D., jueves, 03 de mayo de 2012.

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