Teófilo Quico Tabar
El fin de la guerra
fría, el surgimiento de las ideas neoliberales y la globalización, colocaron en
un limbo ideológico a muchas agrupaciones y personas pensantes, luchadoras y
conscientes de que países como el nuestro con tantas debilidades sociales,
económicas como institucionales necesitan cambios estructurales, al extremo de
que en sus discursos ya no hay diferenciación entre derechistas o izquierdistas,
liberales o conservadores, progresistas o atrasados.
Muchas de las críticas
y pronunciamientos que con los mejores
deseos hacen quienes deberían propugnar
por cambios estructurales, ya no tienen contenido social. No hay
diferenciación. Bien lo pueden hacer los de pensamientos progresistas o
atrasados, derechistas o conservadores, porque ninguno cuestiona en esencia las
estructuras sociales y económicas. Todos se han convertido en opositores o defensores de los gobiernos, pero
sin tocar ni con el pétalo de una rosa a
quienes en realidad son los responsables de la situación de pobreza,
dependencia y atraso económico, social y hasta político: El Status Quo.
Ser opositor pasivo o enérgico, crítico o sutil no hace a nadie de derecha o izquierda ni separa
a los conservadores de los liberales. Los unos y los otros en ocasiones adoptan
las mismas formas de hacer críticas y oposición. Sea en Centroamérica, en
Suramérica o en el Caribe.
Las movilizaciones
de grupos sociales no han sido ni son
exclusividad de los grupos más avanzados o revolucionarios, pues en ocasiones los atrasados o derechistas,
con poder económico, mediático y grupos
políticos que actúan de acuerdo a sus conveniencias, han sido más beligerantes e
incluso mucho más efectivos como
opositores en innúmeras ocasiones. Ejemplos los hay de sobra.
La lucha contra las
cosas puntuales: Corrupción,
concentración de poder, inseguridad ciudadana, en favor de la educación,
etc., no definen derechistas o
izquierdistas, avanzados o atrasados. Por eso, si dirigentes y grupos políticos que se dicen diferentes a los
tradicionales quieren realmente diferenciarse, deben hacer planteamientos que sacudan las
conciencias de los ciudadanos y les lleven mensajes convincentes, pues aquí
todo el mundo habla de lo mismo. Los ejemplos los tuvimos en las recién pasadas
elecciones en las que no hubo nada nuevo, todos
coincidieron en lo mismo, solo que unos criticaban y otros defendían,
pero sin tocar a los que en realidad tienen el control del poder real.
Y aunque algunos
dicen que ya no hay que hablar de derecha, mientras existan los llamados grupos de
izquierda, existirá la contraparte, sea revestida con lustres atractivos y con
lenguajes a tono con los tiempos, pero
autodefinidas como tal por quienes se supone propugnan por la necesidad de
cambios profundos, sin embargo confunden a mucha gente que quisieran creer en ellos
y acompañarlos en su lucha.
Ser opositor de un
gobierno no hace a nadie de derecha o de izquierda, pues honestos o corruptos, avanzado
o atrasado, los hay en todas partes. Se
requieren planteamientos que cuestionen
la médula del sistema: El stablishment. Mientras tanto, la gente continuará trillando los caminos tradicionales.
Santo Domingo,
R.D., jueves, 12 de julio de 2012.
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