TORMENTAS PERFECTAS
LLUÍS BASSETS
De El País, España.
La sentencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos que
ha dado luz verde a la reforma sanitaria de Obama es bastante más que una
victoria política para el presidente y para el Partido Demócrata y una victoria
social para los 30 millones de ciudadanos que no gozaban de cobertura
sanitaria. No hay prácticamente ninguna decisión significativa de la más alta
corte americana en la que no entre en juego la pelea por la distribución
vertical de poderes entre los Estados federados y el Gobierno federal, con el presidente
a la cabeza, y su distribución horizontal entre los tres poderes constitutivos
de la democracia, el judicial, el legislativo y el ejecutivo.
Entre los demandantes se hallan 26 Estados de la Unión,
gobernados por políticos republicanos, que se rebelaron contra lo que
consideraron una restricción de su poder legislativo y una imposición abusiva
que limitaba los derechos individuales, al obligar a suscribir a todos los
ciudadanos un seguro de enfermedad. Detrás de esta oposición a una reforma
sanitaria tachada de socialista y europea por quienes la denigran hay una
filosofía política que reivindica un Estado federal mínimo, que deja al albur
de los Estados federados las políticas sociales y asistenciales.
Pero los jueces que han dictado sentencia también han
discutido sobre los márgenes de acción de la rama judicial ante las decisiones
del ejecutivo y las leyes aprobadas en el Congreso. El presidente de la corte,
el juez conservador John Roberts, nombrado por George W. Bush, ha sido quien ha
decantado la mayoría, en una decisión que marca un momento trascendental en su
trayectoria judicial y deja una formidable huella jurisprudencial respecto a los
márgenes de acción del Gobierno. En esencia, Roberts ha querido reivindicar el
carácter político de la reforma sanitaria, aprobada por los órganos surgidos de
la soberanía popular, y la mera función de control de legalidad de los jueces,
sin posibilidad de corregirla como pretendían los recurrentes conservadores.
El infante Barack Hussein Obama con su madre Ann, nacida en noviembre de 1942, en Wichita, y fallecida de cáncer en 1995. No tenia seguro medico.
La clave para esta decisión es el mandato vitalicio de
los jueces del Supremo, que les permite desatender cualquier consideración que
no sea estrictamente su criterio jurídico personal y lo que dicta su
conciencia, como ha hecho Roberts de forma inesperada. La decisión fortalece la
arquitectura institucional estadounidense y especialmente a la corte suprema, después
de una época marcada por la politización de sus sentencias, la polarización
política entre demócratas y republicanos y su deslizamiento hacia posiciones
ultraconservadoras.
Santo Domingo, R.D., domingo, 01 de julio de 2012.
No hay comentarios:
Publicar un comentario