martes, 3 de julio de 2012

Los bagazos humanos por la caña de azúcar



JESÚS FERIS IGLESIAS 

Hasta hace poco tenía el conocimiento de que el bagazo era el producto final de la caña de azúcar al exprimirle hasta la última gota del zumo de esa planta, de donde se extraen las mieles y el azúcar que endulzan los alimentos que hacen más agradable la vida.

 Sin embargo, en estos días he visto en las noticias televisadas y escritas, los rostros de verdaderos bagazos humanos que dedicaron toda su amarga vida, con su fuerza de trabajo, a cortar y enviar a los ingenios esas cañas que enriquecieron al país por muchos años, siendo el principal producto nacional de exportación.

 Veintidós mil trabajadores cañeros, en su mayoría cortadores o picadores de caña pertenecientes al desaparecido Consejo Estatal del Azúcar, vienen reclamando por tercera vez sus pensiones que les fueron descontados hace ya mucho tiempo de sus míseros salarios y han quedado en el abandono absoluto sin recibir absolutamente nada. 

Y me pregunto, ¿por qué estos trabajadores no fueron incluidos en el Sistema Dominicano de Seguridad Social en el componente contributivo ya que devengaban un salario y debieron tener derecho a todos los servicios que gozan esos asegurados en el componente de salud, como en el previsional? 

 Solamente había que ver los rostros de los que fueron entrevistados, envejecientes con la piel de la cara arrugada, más por los rayos solares que recibieron día a día por muchos años, que por la edad. Algunos con muy pocas piezas dentarias y otros sin ninguna, reflejando que ni siquiera durante sus vidas de actividad laboral recibieron tratamiento de salud bucal digno de un ser humano.

De acuerdo al Dr. Mario Bournigal, odontólogo de profesión con una larga trayectoria de trabajo y vasta experiencia en el tema, cuando a una persona le faltan las piezas dentarias visibles, reflejan el abandono social a que está sometido y esta condición hace que sea rechazado sutilmente por sus semejantes. Además, cuando en estos casos, la ausencia de piezas es múltiple o total, no puede haber masticación adecuada y el proceso de la deglución se vuelve anormal, entorpeciendo la digestión y por ende la buena o mala alimentación que reciben, no se absorbe adecuadamente. 

 Qué pena que a estas personas, por su condición social de pobreza extrema, no se les trate con la dignidad que requieren si en verdad tratamos de ser un país democrático con un gobierno que debería proteger a los grupos más vulnerables. 

 Debo informar que en el 2010 terminamos una investigación en dos bateyes del municipio de Consuelo, en San Pedro de Macorís, en que de 400 niños que vivían en esos bateyes, 83 (20.8%) tenían tuberculosis por ingesta de leche no pasteurizada de vacas enfermas, sugiriendo tuberculosis bovis además de la prevalente Mycobacterium tuberculosis. Ese estudio nos valió junto con los Dres. Josefina Fernández, dominicana y los norteamericanos Keri Cohn, Rodney Finalle, Geraldine O’Hare y Samir Shah, el premio “Burtis Burr Breese” de la Sociedad de Infectología Pediátrica de los Estados Unidos de América.

Operativo medico en batey Margarita, de San Pedro de Macorís.

Estos datos fueron suministrados a los funcionarios de Salud Pública local y en vez de tomar alguna acción favorable para la contención de este problema, los resultados fueron negados por ellos.

 Esperamos que, así como a otros grupos de personas de nivel socio-económico más elevado que a estos trabajados de la caña les han otorgado pensiones privilegiadas, en estos casos cumplan con la ley y protejan a estos verdaderos bagazos humanos sin nombres, por la contribución con su trabajo al desarrollo del país. 

Santo Domingo, R.D., martes, 03 de julio de 2012.

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