ESTO PIENSO, ESTO CREO
RAFAEL R. RAMÍREZ FERREIRA
Hay personas que respeto, aun conociendo su historial privado y hasta un poco de su genealogía, que al igual que muchos de sus seguidores, es imposible llegar a profesar por ellos, algo más que no sea, un discreto respeto. Conozco a algunos por una serie de condiciones excepcionales que adornan su personalidad, que están muy por encima de sus debilidades humanas, por lo que son reconocidos como “buenos”, hasta como excelentes dentro de su profesión.
Pero, el problema se amplía y se balancean los altares, porque en mayor proporción al respeto y hasta admiración que les pueda tener, por igual les reprocho su oratoria para justificar lo injustificable. Llegado el momento, no sé siquiera cómo calificar este comportamiento oral, si como burla, prepotencia, desubicación, cinismo, indolencia y hasta quizás, desvergüenza.
Justificado por anticipado, todo cuanto se le antoje hacer o deshacer a un hombre o a una “casta” dominante, salvajemente arrogante y oralmente, con un vuelo tan alto que en ocasiones hablan como si fuesen dioses en el Olimpo, dirigiéndose a la plebe miseriosa, que se postra mansamente a sus pies.
Han sabido argumentar en pro de justificar, camuflar y con muy buen éxito, que esa manera de gobernar solo tiene un nombre… ¡despotismo!, muy alejado del concepto de democracia, ya que ésta, es una voluntad pública, resultado del concurso de las voluntades particulares. Sabiamente, se utilizan los recursos de esta última, para ejercer el primero. Porque, de todas maneras, como sistemas posibles de garantías políticas, solo existen estas dos; despotismo y democracia.
Desde muy pequeño, me enseñaron, que quien vive del “fiao”, más tarde o más temprano, termina “enredao”, “liao” entre las patas de los caballos. Hasta el “Talabartero”, ex-gobernante español, no sé si en un momento de locura o extremo cinismo, confesó, que si hubiera ahorrado más y cogido menos “fiao”, hoy España no estuviese en las condiciones en que económicamente se encuentra.
El problema es, que después del palo “dao”, ni el diablo lo quita, solo queda pagar las consecuencias y claro, él no será de los más perjudicados y si lo siente, tal vez, no pase de una simple picada de mosquito. Pero, eso es por allá. Aquí como ya expresé, se encontró la fórmula perfecta para salir del atolladero que significa la pobreza: fiao+fiao+indelicadeza=Solido=engaño.
Recuerdo que “el hombre aquel”, en su momento, llenó el país de edificaciones, calles, presas y construcciones muy criticadas para la época, pero la mayoría era construida con dinero propio y el “fiao” era igual a una mala palabra. Pero hoy, en plena era vanguardista y del desarrollo tecnológico, hasta para corregir una gran avería de agua, hay que coger “fiao”, o peor aún, “plagociar” en el exterior, como todo un pueblo mendigo.
Y, todos conocemos el por qué de tantos préstamos y adjudicación de administración. Por donde quiera que pasan estos fiaos, dejan un olor inconfundible, un perfume inimitable que solo emanan de “los verdes cara pálidas”.
Esa es la razón principal, por la cual el caos y el desorden nos ahogan, nos acortan cada día la soga desde donde pende la cabeza de este pueblo. Ya no se habla de filosofía, de moral y cívica y mucho menos de poesía. Ya la irresponsabilidad campea por sus fueros. Las concesionarias hacen con nuestras carreteras lo que les viene en ganas y no aparece una Chapulín que truene, que nos defienda, porque al parecer, el ministro correspondiente necesita ocho años más para dialogar con ellos, para postrarse y conceder más privilegios. Y no digo que esos negociantes estén tranquilos, porque los “verdes” bien distribuidos acallan a muchos, no señor, no digo eso pero, y... ¿si todo fuese cierto? Perdón, me escabullo por la izquierda. ¡Sí, señor!
Santo Domingo, R.D., sabado, 28 de julio de 2012.
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