JOSÉ LOIS
MALKUN
Después de cuestionar por años la gestión de Leonel
Fernández en muchos de mis artículos, debo felicitarlo a pocos días de concluir
su mandato por sus logros personales en el quehacer político dominicano, que
dejarán una profunda huella en el devenir histórico del país.
No es que hemos cambiado de opinión sobre nuestras
críticas. De hecho, la grandeza de este hombre, que me obliga a este
reconocimiento público, no radica en sus logros en educación, donde hizo todo
lo posible para que el dominicano se hiciera más bruto e ignorante. O en la
salud, donde deja a la mayoría de los hospitales en un deplorable estado de
abandono.
De la seguridad social ni hablar, donde en ocho
años no se pudo establecer ni la atención primaria, dejando al SENASA y al IDSS
en la quiebra total.
¿La agricultura? Otro desastre, donde lo único que
brilló fue el auto-abastecimiento en arroz. Sin embargo, hoy la mayoría de los
productores están prácticamente en quiebra, comenzando con los mismos arroceros
y siguiendo con la ganadería lechera, la porcicultura, la avicultura y
productores de otros alimentos de consumo popular que están desapareciendo para
abrirle más campo a las importaciones.
La industria no se queda atrás. Enfrentada a la
pérdida de competitividad en estos 8 años, muchas han dejado de existir y otras
tantas sobreviven gracias a su condición oligopólica, a la evasión fiscal o a
los jugosos contratos otorgados grado a grado desde el Palacio. La zona franca
es otro digno representante de la vocación destructiva de este gobierno, donde
se perdieron 80 mil empleos.
Por el lado de la corrupción, Leonel nos colocó en
el primer lugar del ranking mundial y no muy lejos está la delincuencia, que
invade la vida de cada dominicano. También poseemos los más altos niveles de
desempleo en América Latina después de Haití y estamos en cuarto lugar entre
los más pobres.
Ni hablar del masivo lavado de dinero, del tráfico
de influencia, del tráfico de personas, de los feminicidios, de las
persecuciones políticas, del tráfico de drogas, de la compra de medios y
periodistas, del despilfarro de los recursos públicos, de la violación
sistemática de las leyes sobre compras y concursos, del desastre energético, de
la carencia de agua potable y de las manifestaciones de abuso de poder y
deterioro institucional.
Podemos seguir con los elevados déficits internos
y externos, el brutal endeudamiento, la mezquina politización del Banco de
Reservas, etc. etc.
En fin, nuestras felicitaciones a Leonel Fernández
se sustentan en su tremenda habilidad para manejar a los medios de
comunicación, neutralizando gran parte de los aspectos negativos de su
gobierno.
Lo felicitamos por sus asombrosas estadísticas
económicas, que han sacado de la pobreza a miles de dominicanos, aunque sigan
pasando hambre.
También merece felicitaciones por manejar a su
antojo a los más importante grupos empresariales del país, sin importar cómo lo
hizo. Igualmente, por lograr el control de todos los poderes del Estado, algo
que ni Balaguer alcanzó con tal grado de absolutismo.
Y hay que felicitarlo por ese gran final, ya que
gracias a su intervención, logró que el candidato de su partido ganara la
Presidencia.
Gracias a esas conquistas, Leonel Fernández cierra
su gestión con broche de oro, aclamando que “hoy estamos mejor que antes”,
mientras inaugura cientos de obras, donde algunas cuestan menos de lo que se
gasta en promover su candidatura para el 2016.
Obviamente, los Índices de Desarrollo Humano de
Naciones Unidas y los del Foro Económico Mundial dicen todo lo contrario y
ellos no mienten por lo que “hoy estamos definitivamente peor que antes”.
Santo Domingo, domingo, 05 de agosto de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario