Voces y ecos
Rafael Peralta Romero
Uno de los beneficios de la democracia consiste en la certeza de que nadie es vitalicio en el poder. Se gobierna por tiempo limitado, y el día que se asume el puesto se sabe la fecha en que ha de concluir el periodo gubernamental, el cual por lo común comienza en medio de expectativas y derroche de ilusiones.
Luego, cuando llega la decepción la esperanza remite a las próximas elecciones y al gobernante se le cuentan los días. En esto se parecen la democracia y el matrimonio: todo comienza con una ilusión, pero cuando ésta se va, en el matrimonio la solución es el divorcio; en la política, esperar el nuevo gobierno.
Políticos depravados prostituyen la democracia para lograr la permanencia en el poder. Éstos corrompen las instituciones y retuercen los procedimientos. El gobierno es su fin y es su medio, pues desde ahí acumulan riquezas que les permiten agenciarse reconocimiento social y constituirse en entes imprescindibles.
El pasado jueves se juramentó como presidente de la República el licenciado Danilo Medina. Significa un cambio de nombre en la dirección del Estado. Este hábil político fue artífice de principalía en la estructuración de la maquinaria que llevó al doctor Leonel Fernández a gobernar la nación durante doce años.
Danilo Medina Sánchez.
La ansiedad de cambios ha llevado a la sociedad a depositar su esperanza en la gestión presidencial de Medina. Incluso, personas y entidades vinculadas al gobierno de Fernández insisten en identificar los retos que ha de afrontar. Es decir, señalan al actual presidente lo que el anterior no resolvió. La ilusión se renueva.
Mencionan la grave deficiencia del sistema eléctrico, el deterioro de la educación pública, la insoportable delincuencia que devasta a toda hora y un sistema de salud pública que condena a los pobres a la muerte o al sufrimiento perpetuo. Están a la vista el desempleo y el hambre que azota a las mayorías debido al costo de los alimentos.
El déficit financiero que deja Fernández en el Estado es otro gran reto. La gente cree que el nuevo presidente meterá en la cárcel a quienes se han hecho ricos a costa del tesoro público. Pero qué va. En el cuatrienio que recién inicia, el único prisionero será Danilo Medina, a quien con las manos atadas le entregan un gran enredo.
La principal prerrogativa de un gobierno nuevo es culpar al anterior de los males encontrados. El de Medina quizá no se atreva a usar ese recurso, lo cual le resta brillo de gobierno nuevo. De todos modos, el cambio de caras trae cierto alivio y permite renovar ilusiones. Ojalá que duren y nunca se truequen en decepciones.
Santo Domingo, R.D., sabado, 18 de agosto de 2012.
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