Eduardo Álvarez
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Todo el país, excepto los más fieles seguidores del presidente Fernández, está esperando que Danilo Medina haga grandes cambios, reduciendo el gasto público en más de un treinta por ciento. Perredeístas, reformistas, liberales y conservadores le dan un voto de confianza al nuevo mandatario y a los peledeístas comprometidos con las transformaciones, la transparencia y el adecentamiento. Sin llamarse a engaños, el fracaso de uno resalta los frutos del otro. No hay montañas sin llanuras, y al revés.
Las esperanzas están cifradas en una administración del Estado diametralmente opuesta a la presente.
Todos estamos hartos, hasta la coronilla, de vivir desprotegidos, a merced de un poder de justicia entregado al Ejecutivo, de la corrupción, la violencia policial, los sueldos y otros beneficios exagerados de dos tres funcionarios frente a los salarios de miseria que reciben las grandes mayorías, los frecuentes y costosos viajes innecesarios del mandatario y las burlas e irrespetos a que, por la vía mediática, nos ha sometido el presidente Fernández.
De ahí que los enemigos de la sociedad, sean contados y fácil de identificar. Los encuentras en quienes desean quedarse haciendo grandes negocios devengando sueldos por encima del presidente.
Tan pronto asuma el poder, Medina puede capitalizar el evidente apoyo moral de más del 90% de los dominicanos para emprender de inmediato las buenas ideas y los grandes proyectos en carpeta, anunciado antes y confirmados después de ser electo. El deseo de cambio, la fe puesta en Danilo y estas obras harán añicos la evidente resistencia de los leonelistas, aferrados como sanguijuelas a los privilegios extravagantes.
En términos prácticos –la política funciona de esta forma-, Medina y Fernández se reparten las fuerzas en el Congreso y en los ayuntamientos. En cuanto a la Justicia, el Consejo Nacional de la Magistratura será encabezado por el mandatario de turno. La Junta Central Electoral está en manos de sus hombres. E, irrefutablemente, en un país presidencialista, ante la menor duda, la balanza del poder siempre se inclina a favor del presidente.
Santo Domingo, Republica Dominicana, sabado, 04 de agosto de 2012.
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