domingo, 19 de agosto de 2012

Los nunca idos que regresan. Historia verídica de promesas mentirosas de Gobiernos de ayer y hoy


DE LA CIÉNAGA A LAS CAOBAS: UN MITO POR DECRETO

Foto que acompaña reportaje diario El Nacional.

Un reportaje del diario El Nacional pone en escena este domingo que decenas de residentes del sector La Javilla, en Sabana Perdida (Santo Domingo Norte), se movilizan en demanda de que las autoridades les entregue las viviendas que en un acto ampliamente publicitado por la administración recién pasada inauguro con la presencia del entonces presidente Leonel Fernandez, lo que ha dado lugar a enfrentamientos con agentes policiales apostados para evitar el acceso al complejo habitacional supuestamente construido para personas de escasos recursos económicos.

Hurgando en los archivos de la inequidad 'democrática' del país, localizamos un articulo firmado por Santiago Hirujo,  publicado en el desaparecido diario "El Siglo" el dia 27 de septiembre de 1991. En este articulo se cuenta la historia de promesas y mentiras de los gobiernos de Joaquín Balaguer, Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco, con relación a la entrega de viviendas a los 'desalojados' del sector La Ciénaga, de la capital dominicana, y que parecería un adelanto a lo que aun viven los desheredados de la fortuna.

A continuación el Artículo de Santiago Hirujo publicado en El Siglo, 27/9/1991)

La historia se cuenta así:

En la composición, de fondo, el barrio La Ciénaga, a orillas del río Ozama; Joaquín Balaguer y debajo (izq.) la mitra, símbolo de la autoridad eclesiástica. Ilustración: presenciadigital)

En una reunión en el Palacio Nacional, una alta personalidad eclesiástica comenzó a proponer la búsqueda de una solución al problema de La Ciénaga. Y el presidente Balaguer lo cortó, secante y categórico: “Delante de mí no se puede mencionar La Ciénaga, porque yo la trasladé completa a Las Caobas, y ellos regresaron”. Verdadera o inventada, la historia revela un mito: El supuesto traslado de La Ciénaga a Las Caobas, en los años 1977‐78. Y el cacareado regreso de sus habitantes, desde las “higiénicas” casas de Las Caobas, a la inmundicia de La Ciénaga.

Mito repetido sin rubor, y como dogma oficial, por el propio presidente Balaguer, funcionarios y políticos, medios de comunicación, profesionales, religiosos, y, en guaguas y corrillos callejeros, por gente de todo el arcoiris nacional. Y blandido como el argumento último para no buscar una solución definitiva y humana a un problema de tres décadas.

Porque los mitos se crean y se echan a correr. Y se convierten en verdades incuestionables, pese a toda la evidencia contraria. Porque los mitos no responden a la verdad de la ciencia, sino a la ciencia de los intereses.

UN MITO POR DECRETO

Los huracanes que han azotado Republica Dominicana han producido daños a la propiedad y muertes en toda la geografía nacional.

El mito comenzó a forjarse en 1975. En septiembre de ese año el ciclón Eloisa inundó, una vez más, La Ciénaga. Muertes, derrumbes, casas destruidas, epidemias, y, el clamor nacional, parieron, el 22 de ese mes, el decreto Nº1337 del presidente Balaguer. En él se disponía el “traspaso de los residentes del sector denominado “La Ciénaga” a un nuevo barrio que será construido por el Gobierno Nacional en la ciudad capital”.

Inmediatamente, y en el plazo de un día, el Cuerpo de Ayudantes de la Presidencia, hizo el primer censo. En octubre fue chequeado y revisado. Para el 1977 se calcula que en La Ciénaga vivían 3,548 familias, con “más de 20,000 personas”. Para trasladar a esas 3,548 familias, el gobierno dispuso la construcción de 1,500 viviendas en Las Caobas. De entrada faltaban más de dos mil viviendas para alojar a todas las familias de La Ciénaga. 

En marzo de 1977, en plena campaña electoral, y con la Cruzada de Amor tratando de mantener los votos, tradicionalmente reformistas, de esa zona, se realizó otro censo. Ese censo “se llevó a cabo de un modo desconcertante y desorientador”, y con él “no se prevé que haya mucha justicia”. El barrio se fue llenando de “gran temor y desaliento”. Porque ningún organismo oficial mostró interés en el dialogar con las organizaciones del barrio, sino era para imponer sus planes y acallar protestas”. 

Las Caobas, Santo Domingo, (Santo Domingo Oeste).

Para acallar esas protestas, el ingeniero Rafael Bisonó, uno de los constructores de Las Caobas, prometió ese mismo mes, que “las viviendas de la urbanización serían entregadas únicamente (*) a los moradores de La Ciénaga, y no a personas extrañas como se ha estado diciendo”. Y prometió la entrega de parte de las viviendas para mediados del mes de abril. Un nuevo motivo de inquietud surgió en el barrio, en ese mes de abril, cuando inspectores de Bienes Nacionales comenzaron a investigar la situación “real” de cada familia. La idea era, según se denunció, que los inquilinos tendrían que pagar 500 pesos como avance por la vivienda. Los que no pagaran esa suma, se quedarían sin nada. 

Ante la nueva protesta, el licenciado Ángel O. Castillo, encargado del departamento de Bienestar Social de esa institución salió al paso desmintiendo a sus subalternos. Y reiteró el interés de Bienes Nacionales de que las viviendas de Las Caobas sean entregadas a las personas más necesitadas de La Ciénaga. 

El tres de mayo, cuando todo “todo parece precipitarse” para el desalojo, la Comunidad Católica de La Ciénaga se queja de que, a año y medio del decreto, aún no se sepa “cuándo y cómo y quiénes pasarán este desalojo”, que “no promete ser el mejor y más justo”. Y teme “que todo sea decidido a última hora y los problemas vayan a ser más difíciles de lo que se puede prever”. 

Barrios en las inmediaciones de los puentes Duarte y Juan Bosch, sobre el río Ozama, al Este de la capital dominicana.

El golpe de gracia llega cinco meses más tarde. En octubre, el presidente Balaguer visita, sorpresivamente, el barrio El Ancón (Lengua Azul), en la cabecera “oriental” del puente Duarte. Y dispone, sin más, el traslado de todas las familias de ese barrio al proyecto Las Caobas. En El Ancón había unas 900 familias. Y vino el desalojo, por etapas. Que “fue peor ciclón que el de 1975”. Lo ejecutó Bienes Nacionales, con su directora, Mariana Binet Mieses a la cabeza, según confirma el P. Jorge Cela, quien trabaja desde hace 18 años en esa zona. Y no por la Cruzada de Amor, como se afirma. 

El Ancón fue arrancado de cuajo. En él no quedó ni una familia. Ni un rancho. Ni siquiera los perros. Se lo militarizó para que nadie pusiera un pie ahí en lo adelante. Se lo arbolizó. Y catorce años después, es un hermoso y tupido bosque. Testigo ecológico de una promesa no cristalizada en mentira y mito. En cambio, sólo entre 400 a 500, de 3,548 familias de La Ciénaga, fueron trasladadas a Las Caobas, en todas las etapas de ese desalojo. En un traslado hecho “con criterios discriminatorios e injustos, llevando a cabo un desmache”. Es decir, sacando una familia de aquí, otra de allá, otra de más allá. Sin ningún orden. Sin respetar ningún censo. Sin cumplir nada del decreto presidencial y las promesas de los funcionarios del gobierno. 

Más de tres mil familias de La Ciénaga quedaban ahí en medio de lodo, de epidemias y la muerte. Y ahora con otra muerte encima: la pérdida definitiva de la posibilidad de una vivienda en la tierra prometida de Las Caobas. Pues Balaguer perdió las elecciones del 16 de mayo del 1978 a manos del Partido Revolucionario Dominicano. Y, en la debacle nacional del 16 de mayo al 16 de agosto, todas las viviendas de la urbanización fueron repartidas. Muchas de ellas, según se denunció, vendidas “a personas que nunca vivieron en el barrio La Ciénaga”. Y es que el ciclón Eloisa “vino solamente a poner en evidencia” que los conjuntos multifamiliares (saco sin fondo del derroche) no fueron construidos para alojar a los miles de familias de los barrios marginados” 

LOS DESALOJADOS DEL MITO SIGUEN GRITANDO

Muestra del mítico desalojo “que nunca se realizó” durante los “doce años” del presidente Balaguer, concluidos el 16 de agosto de 1978, es la carta que, el 27 de ese mismo mes y año, a 11 días de inaugurado el gobierno perredeísta de Antonio Guzmán, dirige la Junta de Vecinos de La Ciénaga a la administradora de Bienes Nacionales, Frida Martínez de Espinal, exponiéndole la situación por la que ha pasado nuestro barrio y la que en la actualidad sigue pasando”.

La Junta pide “que se nos de una respuesta clara sobre qué solución se dará a nuestra situación actual”. Sugiere que se haga un nuevo “censo de todos los vecinos de La Ciénaga”, que se tome en cuenta el de septiembre de 1975 y posterior a ése. Y “Solicita que el desalojo decretado y no llevado a cabo completamente en el gobierno pasado sea mantenido, planificado y ejecutado”.

Jorge Cela señala: “Algunos de los moradores en 1977 soñaron con ser trasladados al barrio Las Caobas, supuestamente construido para ellos y que luego fue entregado a otros. Hoy viven en pésimas condiciones del barrio: sin calles ni servicios públicos, son inundaciones cada vez que llueve”. El “Informe de las comunidades SJ” dice, en julio de 1978, que “El barrio sigue en su sitio con más de 10,000 habitantes... esperando un desalojo que no llega”. 

Un año después, el nueve de julio de 1979, el presidente Guzmán, mediante el decreto Nº100028, dispone “evaluar el estado de peligro en que viven las familias hacinadas, en forma infrahumana, en los barrios El Caliche, El Setenta, La Calle 43 Cienfuegos”. 

Don Antonio Guzmán Fernandez. 

Ante ese decreto, los cienagüeros se preguntan “¿Y por qué no La Ciénaga?”. Ya que sigue siendo “el más poblado de todos los sectores humildes, paupérrimos, quecircundan la ciudad capital”. Ya que “El pasado régimen reformista... quiso resolver la situación de La Ciénaga”, trasladando a sus habitantes a Las Caobas, pero “Allí fueron ubicadas tan solo algunas de las familias de La Ciénaga”. Pues “Gran parte de las viviendas recayeron en personas que no vivían en el paupérrimo barrio”.

El 30 de septiembre de ese año, la Asociación de Moradores de La Ciénaga pide el desalojo de esa zona, dado que “La Ciénaga es un pantano donde merecen vivir únicamente los puercos”. Y da la cifra, poco confiable, de “más de cinco mil familias de ese lugar”. Este pedido viene después del anuncio, hecho el 11 de este mes, por el síndico del Distrito Nacional, Pedro Franco Badía, de “los planes del gobierno para trasladar a otro lugar a los habitantes de La Ciénaga”, tras el paso del huracán David y la tormenta Federico, a finales de agosto y principios de septiembre. El traslado se haría, según se dijo, “al Norte y Este de la ciudad”. 

Pasó el gobierno del presidente Guzmán (1978‐1982). Y, ¿por temor a romper el mito balaguerista de una ciénaga desalojada?, dejó a los cienagüeros ahí. Como excusa para otras campañas. Y para tomarlos en cuenta sólo “en los períodos electorales”. 

Salvador Jorge Blanco.

Pasó el gobierno del presidente Jorge Blanco (1982‐1986). Y, ¿por temor a romper el mito balaguerista de una ciénaga desalojada?, dejó a los cienagüeros ahí. Carnada política para la próxima campaña electoral. Las elecciones del 1986 traerían de nuevo al doctor Balaguer al poder. Con el Plan Indicativo de la Zona Norte de Santo Domingo. Y “el programa de desalojo más grande de América Latina”, al implicar a “más de 15,000 familias... en contra de su voluntad”. Lo que constituye “graves brechas a la ley internacional. Y representa “claras violaciones a los derechos humanos, en particular al derecho a la vivienda”. Desalojos que casi cuatro años de iniciados, mantenían a “más de 8,000 familias... con tres años sin casa, dispersas por la ciudad, gastando nuestros ahorros en alquileres”, a la espera de la casa destruida y nunca entregada.

LOS NUNCA IDOS QUE REGRESARON

Pero el mito de La Ciénaga desalojada ya “por lo menos tres veces” por el presidente Balaguer, tiene una segunda parte, inseparable y complementaria de la primera: la del regreso masivo a ese lugar de las 3,548 familias que lo habitaban antes del desalojo de solo entre 400 y 500 de ellas. Esa es “la creencia ‐infundada o no‐” que tiene “buena parte de la ciudadanía”. Incluso, “Algunas personas en el aparato oficial de la construcción” amplían ese desalojo a Los Guandules. Y sostienen que... sus moradores (de Los Guandules y La Ciénaga) ya habían sido trasladados a un barrio modelo en Las Caobas y habían vuelto”. ¿Regresaron, en verdad, esas familias a La Ciénaga?

Un estudio de 1979 revela que los cienagüeros fueron ubicados, mayoritariamente, en cuatro de las 44 manzanas que tuvo originalmente Las Caobas. Y que 25 de esas familias habían emigrado a otros lugares, para la fecha del estudio. “Contrario a lo que opinan muchos, la mayoría de esas familias no volvieron a La Ciénaga”, afirma Andrea Heyaime de Aristy, dirigente reformista, quien se atribuye el haber trabajado en el desalojo de La Ciénaga junto a Emma Balaguer de Vallejo.

De las que traspasaron o alquilaron las casas en Las Caobas, “algunas se asentaron nuevamente en La Ciénaga”. Es la conclusión del estudio INVI‐OEA, ya citado, en el que participó, al menos, uno de los técnicos que trabajó en el proceso de desalojo de La Ciénaga. El padre Jorge Cela, con 18 años viviendo el vía crucis de esa zona, nos habla de 20 familias que retornaron. Y la directora de Bienes Nacionales, Mariana Binet de Mieses, publica en la prensa nacional que, en abril de 1978, esa institución “ha detectado...varios casos de traspasos de viviendas en Las Caobas por desalojados de El Ancón y La Ciénaga”. 
¿Cuántos fueron esos varios casos? El mito‐verdad oficial afirma que ascienden a 3,548.La Ciénaga, sin embargo, está poblada, hoy, por los que nunca fueron sacados de ahí, por nuevos pobladores y por los que regresaron. Pues, aunque las viejas casas desalojadas fueron destruidas, los lotes quedaron sin protección.

EL MITO, ¿PARTE DOS?

Y, a dieciséis años del primer decreto, el mismo presidente Balaguer emite el segundo. Esta vez con la rabia del mito‐dogma oficial bailándole de ira en la voz, al proclamar ante las cámaras televisivas: “El gobierno que presidí hace doce años, construyó el barrio Las Caobas exclusivamente para los moradores de La Ciénaga. Las personas fueron trasladadas, pero poco después abandonaron sus viviendas y optaron por retornar al barrio de La Ciénaga y al barrio de Los Guandules”. 

Y basamenta su posición de no cejar “un punto, ni una pulgada siquiera” en lo del nuevo desalojo, en un argumento ecológico que se cae al suelo por simple posición geográfica: Desde “La Ciénaga, desde Los Guandules, salen los principales desperdicios, las principales materias de contaminación de los ríos Isabela y Ozama”. Pues ambos barrios no tienen nada que ver con el río Isabela, que les queda mucho más arriba. Además, como han demostrado todos los estudios serios, la contaminación principal de esos dos ríos, por no reciclable, es la de “más de 100 industrias” que “vierten sus desechos químicos en ellos”, y no la humana, fácilmente reciclable. Y, ni en La Ciénaga ni en Los Guandules hay ninguna industria de ésas. Todas quedan antes de la confluencia de ambos ríos, Los Tres Brazos. A un kilómetro, más o menos, de donde se inicia el primero de esos barrios. Más aún. No son sólo esos dos barrios los que contaminan a esos ríos. Son todos “los barrios que han crecido a sus orillas”. Peor: Es “toda la ciudad (la que) echa sus desechos al río”. 

Pero también, esta vez el presidente Balaguer utiliza la misma táctica del pasado: enfrentar a los desalojados del Faro a Colón con los de La Ciénaga por la posesión de los apartamentos de la Ciudad del Almirante, como en el 77 enfrentó a los de El Ancón con los de La Ciénaga por los de Las Caobas.

¿Quién se quedará esta vez con la estaca? Porque ahora en La Ciénaga hay más de 10 mil familias con cerca de 60 mil personas. Y los apartamentos de la Ciudad del Almirante son sólo 40054. Construidos para alojar a parte de las “más de tres mil familias propietarias e inquilinas” desalojadas de Maquiteria y el entorno al Faro a Colón. Algunas de las cuales “llevan tres años esperando sus casas”. Y esos apartamentos son solamente para gente “educada” en la nueva discriminación social que se ha introducido con relación a los desalojados “entre educados y mal educados”. 

En un desalojo encargado a militares para hacerlo “inmediatamente” por decreto, lo que “puede ser el equivalente a un huracán”. Un desalojo al que, desde ya, comienza a vérseles más perspectivas de fracaso que de éxito. Al menos si no quiere realizárselo a sangre y fuego, sino de una manera humanitaria. Y cuyo costo rondaría los RD$1,700 millones de pesos. 

¿Viviremos en los próximos años, de un nuevo mito – verdad oficial y de intereses de una Ciénaga segunda vez totalmente desalojada?
(Ilustracion de Presenciadigitalrd.)

Santo Domingo, R.D., domingo, 19 de agosto de 2012.

3 comentarios:

Solo Elvis dijo...

Exelente artículo,mis felicitaciones,buen trabajo

Quid Cabal Malamasa dijo...

Esto es sencillamente indignante y deja mucho que pensar a cerca de la realidad de hoy que viven estos sectores que conforman el barrio Domingo Savio. Demasiados intereses hay en la cuenca Ozama e Isabela.

Quid Cabal Malamasa dijo...

Esto es sencillamente indignante y deja mucho que pensar a cerca de la realidad de hoy que viven estos sectores que conforman el barrio Domingo Savio. Demasiados intereses hay en la cuenca Ozama e Isabela.

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