Ginecología actualizada
LILIAM FONDEUR
Esperancita tenía leucemia, estaba embarazada y los médicos, cohibidos por la legislación, tenían una atadura legal para aplicarle la quimioterapia que oportunamente podría haber ayudado a salvar su vida.
El Código Penal impide que se ponga la vida de la madre por encima de la del feto cuando por una situación médica hay que decidir.
La muerte de Esperancita, que recibió la quimio pero después de larga deliberación médica, debe ser considerada como un crimen. Cierto es que ella tenía leucemia, un tipo de cáncer agresivo, pero si había una posibilidad de salvarla, por pequeña que fuera, había que ponerla en marcha.
No sería la primera vez que una persona con leucemia lograra superar la enfermedad.
Cuando las activistas nos opusimos a penalizar el aborto en todos los casos muchos nos ofendieron con fuertes acusaciones. Pero de lo que se trataba era de tener visión de futuro y capacidad de análisis: puesto en práctica estaba claro que penalizarlo en todos los casos, mataría a muchas mujeres, en especial a las que no se pueden tratar sus enfermedades en el extranjero, es decir, las pobres.
El artículo 37 no es letra muerta, sino fatal. Hay muchas Esperancitas que están muriendo en los hospitales y esto deja a los médicos el sinsabor de que la ley les impidió hacer el trabajo para el que dedicaron tantos esfuerzos: salvar vidas.
Santo Domingo, R.D., domingo, 19 de agosto de 2012.
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