CÉSAR PÉREZ
Para justificar el ya anunciado intento de parche fiscal,
el gobierno dice que al presente mes tiene un déficit, dejado por la anterior
administración del presidente Fernández, que ronda los 160 mil millones de
pesos; el anuncio lo hace quien fuera su ministro de Economía. Al tiempo que
ese ministro hacía pública esa catástrofe económica, también debió presentar su
renuncia, como hubiese ocurrido en cualquier país con un mínimo de
institucionalización y de decoro en el manejo de la cosa pública.
Sólo en un país como éste, el segundo más corrupto del
mundo, se instala un gobierno y designa un equipo económico permisivo con el
saqueo de los dineros públicos, salvo honrosas excepciones, algunos de ellos
pensionados con decenas de millones de pesos, horas antes de terminar el
anterior gobierno y devengando ahora sueldos escandalosos. Es a ese equipo, sin legitimidad
ni moral alguna, entre los que se
cuentan ex convictos, a quienes quiere el presidente Medina que le demos
nuestro dinero, mediante impuestos, para que lo administren.
Ahora se anuncia que la economía del país está en
bancarrota, a pesar de que en la campaña electoral, el presidente Medina decía
que “nunca se había creado tanta riqueza como en el gobierno de Fernández”,
nadie en su sano juicio podría pensar que él desconocía la realidad económica y
financiera de la nación. Ciertamente, nunca se había creado tanta riqueza para
ser usada como recurso de campaña y para enriquecer a casi la totalidad del comité
político y allegados del partido de gobierno, con la complicidad activa o
pasiva de Medina.
El dinero como forma de riqueza no desaparece, adquiere
otra forma de existencia, por lo cual
el presidente debe explicarle al país
dónde ha ido a parar ese dinero que forma parte del déficit anunciado. En algún
banco, nacional o extranjero debe estar, a nombre de alguien debe estar, en
algunas empresas financieras, hipotecarias o productivas pudiera estar, no
identificar el sitio donde se encuentra ese bien sería una irresponsabilidad
del gobierno y más aún, de la población si no exige que aparezca y si acepta
financiar la orgía de poder que produjo
el déficit.
Es posible que una reducción del gasto público sea
insuficiente para cubrir el déficit, como dicen los economistas del gobierno;
que sólo con esa reducción los números no cuadran para tapar el hoyo fiscal. El
problema es que no es con números que se va a convencer a la gente sobre la
necesidad de financiar el déficit, sino con señales concretas de que el
gobierno tiene la voluntad de limitar el gasto, de identificar dónde está y
quienes tienen el dinero robado a las arcas del Estado, penalizando a parte de
los responsables de que se produjera ese latrocinio, no premiándolos con
jugosos sueldos, además de las escandalosas pensiones de que disfrutan.
El “trago amargo que nos propone el presidente, preparado
por su impresentable equipo económico es inaceptable. La respuesta no puede ser
otra que el rechazo con propuestas a ese despropósito, mediante acciones de
protestas de los diversos sectores que serán afectados por el parche y sin
estériles vanguardismos. Como se haría en cualquier otro país.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 10 de octubre de 2012.
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