Raúl Pérez Peña (Bacho)
Cada día que transcurre en este país se registra el destape de un nuevo escándalo, se descubre una estafa pública o se admite la verdad de una mentira.
Abiertas múltiples cicatrices de corrupción, la opinión pública es asaltada por nuevos informes de hechos bochornosos que obligan a la pregunta: ¿hasta dónde llegarán?
Sumados a los eslabones de una larga cadena de inmoralidades, aparecieron los apartamentos “El Progreso” de la Luperón, los 24 viceministros del ministerio de la Juventud, y la hemorragia de pensiones, para requintar en un listado de hijos de funcionarios que cobran aquí en dólares por funciones que no realizan en el exterior.
Al pueblo le hablaron mentiras de todos los calibres.Pero hubo una sobresaliente que ha concitado consenso en su calificación: “la madre de todas las mentiras”.
Esto se comprueba con leer o escuchar opiniones convergentes emitidas por gente que no pueden ser acusadas de atentar contra la buena imagen de Leonel Fernández, Temístocles Montás, ni de ningún otro personaje del “gobierno anterior”.
Marisol Vincens.
El lector de seguro que no ha visto nunca a Marisol Vincens. Quien escribe tampoco. Pero hay coincidencia con estas palabras de su artículo: “Luego de que se nos vendiera por años que la administración de Leonel Fernández había logrado unos inusitados niveles de crecimiento económico, resulta que no era así, pues, el nuevo gobierno del mismo partido ha tenido que revelar, aunque tímidamente, que lo que recibió de su antecesor no fue un país en crecimiento con una economía sólida, sino una alarmante situación con un déficit fiscal del sector público consolidado que se proyecta alrededor de RD$187 mil millones, equivalente al 8% del PIB, situación que pone en riesgo la sostenibilidad fiscal”.
En el último párrafo del artículo publicado en El Caribe, Marisol Vicens, dice: “La verdad es que nos habían vendido una gran mentira”. Aboga por reacciones y la exigencia de que establezcan causas, (y) se identifiquen las violaciones cometidas”.
Mi convicción es que esa gran mentira no puede quedar bajo la impunidad. Esa es una mentira tan grave que puede ser calificada como un “crimen de lesa patria”. Al pueblo se le puede mentir un día, pero no durante años.
La madre de todas las mentiras tiene una larga cola. Por eso hay que juzgarla.
Santo Domingo, R.D., sabado, 03 de noviembre de 2012.
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