Chiqui Vicioso
Hace cincuenta años, tomando fotos de una “Feria Mundial”
ubicada en una media isla de cuarenta y dos mil kilómetros cuadrados, moría,
con un camarógrafo norteamericano y el piloto de una avioneta, un artista
oriundo de El Conde, asiduo de las tertulias en La Cafetera y de las noches en
el malecón donde, guitarra en mano, volcaba su alta y –presa- humanidad.
Cinco años después de esa pérdida otro artista: Ramón
Lacay Polanco, escribía sobre Tony Vicioso y su serenata perdida, un poema en
prosa donde contaba que cada cinco de agosto la guitarra tiene cico cuerdas:
Zacarías Espinal y Gladio Hidalgo; Héctor J. Díaz y Freddy Miller, y también
Tony Vicioso.
Este cinco de agosto se cumplen cincuenta años de la
trágica muerte de aquel artista que fue Tony Vicioso, poeta enamorado de las
noches profundas y a decir de Lacay, de esa luna maniática que hace cantar a
perros y poetas.
Quienes le conocieron lo describen con su mirada
oriental, ebrio de azul y alto de comprensiones y recuerdos. Utiizando el seudónimo de Diodoro Daul fue
poeta y bohemio y escritor y dibujante, compositor con voz de crooner y largura
de palabras tristes. Tocaba guitarra y
piano, contrabajo, ukelele y armonium, pero se fue a los 38 años.
Lacay dice haberle conocido de niño, cuando confeccionaba
hermosos papalotes que llenaban de admiración a la muchachada de la Cueva de
las Golondrinas y el malecón aledaño.
Luego, ya más crecido, se dedico a la pintura y por su obra VERTIGO
viajo a Estados Unidos. En 1942 gana el
Premio en Prosa con el cuento GUAZABARA, publicado en el folleto del Círculo de
Bellas Artes.,
Tony Vicioso.
Son vagas mis imágenes de niña, breves y a veces
severas. Tengo una carta donde le dice a
mi madre que me extraña terriblemente y
tengo mis pocas fotos con el donde me
atribuye el mismo trasunto de su tristeza en la mirada.
Más que conocerle lo invento y me lo inventan. Cada quien tiene una anécdota sobre sus
bromas, sus risas, su generosidad o su locura.
En Montecristi quien fuera su amor de juventud se me abrazo ala cintura
cuando le dije que era su hija y me llamo Tony;
y en Manzanillo, donde trabajo en la Grenada Company, aun le recuerdan.
Santo Domingo, R.D., viernes, 02 de noviembre de 2012.
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