Orlando Gil
El sometimiento
En este país nada se hace o dice que no sea sospechoso, pues no hay casualidad posible en un ambiente de valores falsos o de amplio deterioro moral. Por ejemplo, que a dos semanas de las congresuales se hagan sometimientos a senadores que a su vez son candidatos porque no ofrecieron a tiempo informaciones que les fueron solicitadas sobre su manejo particular de El Barrilito.
Dicen que hoy lunes estarán citados por ante un tribunal administrativo 14 de 25, y habrá que ver si suspenderán su campaña, que por estos días se entiende frenética, para dar el frente a una entidad llamada ADOCO, que nadie sabe de dónde ha salido, pero que los medios dieron mucho espacio esta vez. Además, si se niegan ¿Qué pasará? ¿Tendrá algún efecto a los fines de sus aspiraciones? De no ser así ¿Cuál sería la intención? ¿Hacer ruido por el ruido mismo? El trance luce interesante, pues los senadores que no hayan cumplido difícilmente puedan hacerlo con la prontitud requerida, ya que o no tienen contabilidad organizada o le conceden poca calidad a la demandante...
La pieza
De Participación Ciudadana se conoce más que de ADOCO, pero muchos se preguntan si sus directivos andaban de viaje que fue ahora que vinieron a darse cuenta de la cantidad de millones de pesos que no ingresan al fisco por las exoneraciones de vehículos que se conceden cada dos años a los legisladores. El Barrilito fue una decisión administrativa, y por lo mismo arbitraria; las exoneraciones fueron establecidas por ley, y la diferencia es notable. La ley es la ley, aun cuando sea moralmente criticable que senadores y diputados abusaran de su condición y legislaran a su favor, dando lugar a un aberrante privilegio. ¿Por qué la denuncia de Participación Ciudadana, si sabe que el país está en medio de unas congresuales, y que ese beneficio llega a todos por igual? Es decir, que la cuestión que está sobre el tapete no son los legisladores, sino los candidatos. Incluso, hay aspirantes que de hipócritas han renegado de El Barrilito, pero no de las exoneraciones y hay que en su momento las tomaron. Se habla de un proyecto de ley para eliminarlas (loable pieza, de seguro), pero ¿Qué Congreso la aprobaría? ¿Cómo pedir a senadores y diputados que afilen hachas para sus gargantas?...
Auditoría
Como si se quisiera redondear el panorama, aparece la Cámara de Cuentas, que no es la dependencia más trabajadora, a pesar de lo importante de su tarea, con las manos llenas auditorìas, entre las cuales hay que destacar la del Senado, el organismo que creó y maneja El Barrilito.
Auditar la cámara alta es auditar El Barrilito, pues se supone que a la entrega de fondos corresponde una rendición de cuentas. Eso sería lo lógico. Sin embargo, difícilmente por esa vía se llegue a camino, pues a la irresponsabilidad individual de cada senador (tal vez) haya que sumar la irresponsabilidad colectiva del órgano en su conjunto. No obstante, si esa contabilidad se hace de conocimiento público en la actual coyuntura, el Congreso Nacional estará en apuros, pues a los diputados no les va igual en el reparto, pero – como ellos admiten, a manera de queja– “les cae su cosita”.
A la hora de juzgar y condenar no se pueden dejar a los senadores solos, sino que a los diputados hay que “sacarles su cosita”. La defensa, por igual, debe ser de todos, pues también lo es la afrenta...
El San Martín
También se habla del arqueo a los partidos grandes, que igual tienen un desorden en su contabilidad, como en la organización de sus procesos internos. ¿A dónde llevarán todas esas acciones encaminadas en una sola dirección y al mismo tiempo? A desalentar al potencial votante, al que no forma parte de ninguna estructura, que no se sentirá motivado a participar en la renovación de instituciones cuyo hedor hace considerar putrefactas. Si ese es el propósito, ADOCO, Participación Ciudadana y Cámara de Cuentas, lo están haciendo divinamente. Como se dice “a cada puerco le llega su san Martín”…
Santo Domingo, R.D., lunes, 03 de mayo de 2010
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