Celedonio Jiménez
El país padece hoy una muy baja calidad en servicios estatales tan fundamentales como la educación y la salud; el país ha visto ampliarse la brecha de desigualdad social, económica y cultural. A la nación se le arrastra, con el acelerado incremento de la deuda externa, hacia una creciente dependencia financiera internacional y se le empuja mediante el contrato con la Barrick Gold a aceptar un acuerdo lesivo a su interés, que es licencia para un desastre ecológico. La mayor parte de la población trabajadora gana salarios reducidísimos y en determinadas áreas se coarta la libertad sindical; a los campesinos pobres no se le dan los apoyos institucionales esperados para su faena agrícola; a la población en general se le somete a la asfixia moral que provoca el incremento de la corrupción administrativa, la impunidad, el lavado y el narcotráfico, y casi no pasa nada.
¿Es que el pueblo duerme?
Cuando hablamos de pueblo, de lo popular, nos referimos al conjunto de sectores subalternos de la sociedad que comprende, desde la mediana clase media o mediana pequeña burguesía hasta aquellos sectores que, por su marginalidad, exclusión e indigencia, parecerían constituir una especie de “sub-clase”.
Como sociólogo pienso que la explicación a la interrogante sobre el actual estado del pueblo, tiene estrecha relación con los cambios experimentados en nuestra sociedad, así como respecto a las nuevas características de las clases que dominan a nivel internacional.
La sociedad dominicana actual es otra respecto a los años 60 y 70. Hemos pasado de una sociedad predominantemente rural a una urbana. La población se incrementó significativamente. Del carácter aldeano de las comunidades, con predominio de los grupos primarios, se pasó a ciudades masivas con relaciones indirectas entre sus componentes. A tono con la entronización de la ideología neoliberal se ha impuesto un fuerte sentido de individualización, debilitándose la práctica de la solidaridad y fraternidad. De un modelo económico agrícola o industrial, se ha pasado a uno centrado en el servicio y el consumo. Nos hemos hecho más abiertos al exterior tanto como expulsores de emigrantes (lo que constituye una vía de escape), como receptores de ellos.
En relación con el capitalismo de hoy, hay que resaltar que su nuevo rostro es más complejo. Su reproducción fundada en altas tecnologías minimiza el valor de la mano de obra, a la vez que su carácter cada vez más transnacional le da una cierta condición nómada, móvil, invisible, extraterritorial.
Junto a lo anterior están también las múltiples acciones desplegadas, ya desde hace tiempo, para desmontar la conciencia y la lucha popular. Acciones que han logrado hacer caer las utopías y convencer a muchos de que ya no es posible hacer algo.
Pero para determinar y entender lo que algunos líderes de “Ninguno” han caracterizado como “amemamiento social”, hay que agregar las inconsecuencias de los que ayer fueron de la fila del pueblo, y hoy han cambiado de causa. También hay que hablar de los muchos errores y la división en que han incurrido (y en que siguen incurriendo) muchos de los dirigentes de los hoy débiles movimientos popular y político de izquierda.
Cabría preguntarse, ¿en realidad no son éstos los que duermen?
Afortunadamente hoy se dan algunas señales de despertar y de voluntad de lucha. Sobre todo, de parte de algunos estratos de nuestra juventud y de algunas comunidades barriales.
No dejemos que se nos envilezca, ni se nos anule como sociedad. Es tiempo de luchar pues hay muchas razones para ello. Es tiempo de cambiar los silencios…
Santo Domingo, R.D., martes, 04 de mayo de 2010
celedoniojimenez@hotmail.com
http://www.clavedigital.com/App_Pages/opinion/Firmas.aspx?Id_Articulo=17543
No hay comentarios:
Publicar un comentario