Eurípides A. Uribe P.
Se dice que Francisco Javier García es el mejor estratega que tiene el Partido de la Liberación Dominicana, y parecería que sus éxitos en este menester se basan en una acertada utilización de elementos mediáticos para crear la percepción del triunfo de su organización, aunque las condiciones no sean favorables a su partido en determinados momentos de un proceso electoral. Otro de sus “atributos” como estratega es la temeridad de las acciones que emprende tratando de inclinar el favor del voto en beneficio de su partido.
El actual Ministro de Turismo, fue el artífice de la campaña electoral por la reelección del Presidente Leonel Fernández en el 2008. El Presidente pudo ser reelecto en la posición con más de un 53% de los votos en condiciones extremadamente adversas por un cúmulo de escándalos de corrupción y violaciones constitucionales sin precedentes, sin embargo, durante la campaña electoral se manejó la situación de tal manera, que la mayoría de los votantes ignoró la situación que afectaba al gobierno y siguió prefiriendo al Presidente Fernández sobre otros candidatos.
La inocultable influencia del gobierno en los medios de comunicación, contribuyó sobremanera a la apreciación favorable de esa gestión de gobierno. El principio de silenciar o minimizar yerros y exagerar pequeños logros a través de medios complacientes tuvo mucho que ver con la creación de una percepción que condujo a la decisión del voto, a esto se agregó la extraordinaria cantidad de recursos que fueron empleados en publicidad, en conseguir la adhesión dirigentes opositores o para comprar delegados y cédulas de votantes de otros partidos y otras acciones alevosas.
El PLD procede de esta manera y ahora se reedita una campaña con los mismos procedimientos. Aunque en esta ocasión se requiere un mayor empeño, el éxito anterior alimenta la esperanza de su repetición. Por un lado, es de esperar que una gran proporción de votantes se haya decepcionado al comprobar que aquella vez se le manipuló y por otra parte, las causas que desfavorecían el triunfo del PLD en las elecciones del 2006 y del 2008, se han incrementado con hechos peores.
El pueblo habrá comprendido que el incremento de la delincuencia, las denuncias de corrupción, los vínculos con el narcotráfico y el uso de recursos del estado para promover candidaturas oficiales, no eran simples denuncias de campaña como respondía el PLD. Nada ha demostrado que no fueran ciertas aquellas imputaciones y muchas se han incrementado o repetido con mayor gravedad. Para modificar la percepción ciudadana sobre esta realidad de tantos escándalos, se acude a resultados de encuestadoras con patrocinio conocido dentro del mismo gobierno.
Poco tiempo después que el Ministro de Turismo fue encargado de la conducción de la campaña de su partido, aparecieron algunas encuestas dando a los candidatos de su organización un posicionamiento muy por encima de otros en niveles inferiores, otorgados por varias encuestas independientes. Francisco Javier García, recientemente reconoció que “el PLD tiene una estrategia establecida para el final de la campaña…” No dijo en qué consistía esa estrategia, pero es obvio que esta lluvia de encuestas favorables es parte de ella.
Además de la guerra de encuestas y el incremento de juicios y análisis “imparciales” en favor de las candidaturas oficiales emprendido por una red de comunicadores comprometido con el gobierno, se hace fluir una cantidad de dinero ilimitada para conseguir que opositores claves apoyen sus candidaturas.
La manipulación de la conciencia ciudadana y el uso de todo el dinero del mundo para desmembrar la oposición, parecen los métodos por excelencia de las campañas a las que nos tiene acostumbrado el PLD. Si ahora el reto es mayor que en otras oportunidades, no hay dudas que el descaro en el esfuerzo para emprender estas acciones, no menos inmorales que desleales, no se quedará atrás.
En el documento que algunos medios publicaron y que fue atribuido al equipo de campaña del candidato a Senador por el PLD, la estrategia de campaña que se plantea está concebida sobre los puntos anteriores, lo que confirma la línea básica que tiene el partido de gobierno para orientar su campaña en la parte final del proceso.
También es parte de la manipulación perceptiva, el juego que se tiene con los precios de los hidrocarburos. Bien es conocido que la ley que existe al respecto nunca se respeta. Si se produce una disminución en los precios internacionales de referencia, raramente se aplica localmente una disminución proporcional como dice la Ley. Es más frecuente que en estos casos, los precios permanezcan iguales o que incluso se incrementen. Cuando el precio de referencia se incrementa, las autoridades siempre lo suben en forma desproporcionada.
Desde el mes de marzo, los precios de los derivados de los hidrocarburos se mantienen congelados, a pesar de que el precio internacional se ha mantenido sobre los US$80 el barril como resultado de aumentos sustanciales en algunas semanas. Aunque esto es también una violación a la Ley, la población lo aprecia favorable porque sigue pagando los precios anteriores, el gobierno, por su parte, aprovecha políticamente el impacto que causa ese “favor”. El problema es que detrás de este bien inmediato, hay un caramelito disfrazado.
Estamos en campaña electoral y el gobierno quiere que el pueblo perciba, su “sensibilidad” cuando “se compadece” con las dificultades que le ocasiona el aumento de los combustibles, absteniéndose de hacer los ajustes normales. Pero debemos percatarnos que en el fondo de estas medidas, no hay tal compadecimiento, sino una acción electorera que encierra un vil engaño. Los combustibles subirán tan pronto pasen las elecciones, cuando de seguro, volverán los incrementos semanales desproporcionados, aunque internacionalmente desciendan o mantengan el mismo precio. Entonces y por necesidad, será compensado el congelamiento de ahora.
La misma situación se proyecta con los impuestos. Ya se ha hecho en otras oportunidades. Por las dificultades económicas y los compromisos con el FMI, previo a otras elecciones también se ha reiterado que no habrá impuestos después del evento electoral. Obtenido el triunfo, se produce el golpe de los ajustes contributivos. Entonces las promesas se esfuman y las nuevas medidas se aplican sin contemplaciones ni explicaciones. Si se les reclama, llueven las justificaciones del engaño, pero ya se votó por ellos, siendo víctimas de una infame e inmoral manipulación.
Algo muy similar ocurre con la tarifa eléctrica y los apagones. No se pierde oportunidad de jugar con los puntos más sensibles que afectan la economía familiar para obtener un objetivo electorero.
Cuando la oposición denuncia esta actitud, los voceros del gobierno les descalifican con el argumento de que son “denuncias de campaña” y con toda la desvergüenza continúan por sus fueros.
¿Hasta cuándo el pueblo dominicano permanecerá ciego ante estos engaños tan reiterados?
¿Hasta cuándo seguiremos siendo el objeto de la manipulación perceptiva de un grupo de políticos expertos en esas habilidades?
¿Hasta cuándo los factores mediáticos tendrán tanto poder de incidencia en la voluntad del voto de la población dominicana, la cual, es inducida a votar, no siempre por la mejor oferta, sino por quien mejor sabe venderse, aunque sea mintiendo?
Parece que el momento en que la cuestión de la percepción dejará de ser determinante para alterar la voluntad del voto, será cuando la población sea capaz de impedir que se manipule su conciencia aprendiendo a decidir, no por apariencias y demagogias, sino por propuestas concretas de personas honestas, que nunca mienten en campaña porque siempre cumplen las promesas que hacen.
Santo Domingo, R.D., martes, 04 de mayo de 2010
uribe2010@yahoo.com
http://www.clavedigital.com/App_Pages/opinion/Firmas.aspx?Id_Articulo=17546
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