Miguel Guerrero
Si los pronósticos de las encuestas se cumplen, el domingo 16 se convertiría en uno de los días más sombríos de nuestra historia contemporánea. El control absoluto de los poderes del Estado por un solo grupo político, el PLD, constituiría un golpe mortal a la democracia. A partir de entonces, la nación quedaría a merced de las ambiciones e intolerancia del más corrupto de los clanes políticos que le haya gobernado desde la desaparición de la tiranía de Trujillo, cuyos apologistas intentan resucitar con mentiras, infamias y libros más perversos aún que el legado de esas tres décadas de horror y sangre. Si los vaticinios de encuestas y medios de comunicación se dieran en el escrutinio electoral del domingo próximo, la impunidad cubriría para siempre las atrocidades cometidas en el último lustro contra el patrimonio público y el bajo mundo terminará imponiéndose en la vida política nacional, llevándonos al borde de la destrucción moral. Los niveles actuales de tolerancia desaparecerían inevitablemente antes de que los vientos de la reelección comiencen a abatir los últimos hálitos de vida democrática y antes también de que las débiles señales de independencia, aún vivas todavía en el ámbito judicial, se rindan ante el ímpetu del continuismo. Lo que vendrá después echará a rodar, con la fuerza de un río desbordado, cuanto pueda quedar o se resista al paso de la desmedida ambición de poder y riqueza que guía la corriente política dominante. Muchos dominicanos, por impotencia o miedo, se niegan a admitir lo que tan evidente parece. Ninguna autoridad ha intentado impedir el uso como nunca antes de los recursos públicos, ahora que aún podían o pueden, lo cual nos da una idea de la impotencia en que nos dejará un sistema escuálido y corrupto bajo el dominio total de un grupo aferrado al poder como una sanguijuela. Ni artículos como este podrán publicarse.
Santo Domingo, R.D., martes, 11 de mayo de 2010
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