Eurípides A. Uribe Peguero
La campaña electoral que se hizo en 1978, cuando el Doctor Joaquín Balaguer trataba de reelegirse en la presidencia de la República por cuarta vez consecutiva, se caracterizó por el uso de los recursos del Estado de una manera abrumadora a favor de sus aspiraciones.
La Cruzada del Amor, era un plan social encabezado por una de las hermanas del Presidente. Se nutría con fondos del Estado, pero su labor se canalizaba en favor de la campaña proselitista de su hermano. Las famosas funditas se entregaban en los mítines, caravanas e inauguraciones con la clara intención de inclinar la voluntad del voto en beneficio del Presidente Balaguer.
La participación, casi pública de los militares en el activismo político a favor de la continuidad de su Comandante en Jefe, era también parte del abuso de poder y uso de los recursos del Estado en perjuicio de las aspiraciones de la oposición, cuyo principal contendiente era don Antonio Guzmán Fernández, en la boleta del Partido Revolucionario Dominicano.
Las persecuciones, apresamientos y amenazas a los partidarios del principal partido opositor, distinguía esta cruenta campaña en la cual se debatía la permanencia de un régimen de 12 años de gobierno, ensombrecido por innumerables crímenes, corrupción, deportaciones y la represión de las fuerzas públicas.
Sin embargo, con todos esos elementos de poder en su favor, el líder del Partido Reformista Social Cristiano, perdió las elecciones. Aquella vez, no importaron los inmensos recursos del Estado empleados con la finalidad de amedrentar, la oposición ganó las elecciones al gobierno y todo su poder. Las funditas y las dádivas no compraron su conciencia, ni las amenazas intimidaron al votante en 1978.
Más de treinta años después de esa etapa que se entendía superada, otro gobierno, trata de imponer su triunfo con la fuerza de los recursos del Estado, sonsacando con obsequios o intimidando a los candidatos opositores en unas elecciones por los representantes en el Congreso Nacional y en los municipios.
Esta vez, el ímpetu del empleo de los recursos estatales es superior al pasado. No hay precedentes sobre tantas técnicas innobles empleadas a los fines de ganar unas elecciones. Los nuevos procedimientos irregulares para mermar las posibilidades de la oposición y la falta de moral en la naturaleza de los métodos, superan con creses los de aquellos años de tan abominables recuerdos.
Graves hechos que implican el uso de la fuerza militar, tales como el cerco militar al local de campaña de la Diputada y candidata a Senadora por Elías Piña o las dos agresiones a tiros contra candidatos perredeístas por Mao(dos veces) y Villa Altagracia, ni si quiera se investigan. Se han cometido abusos a la libertad de expresión en plena campaña electoral con el cierre de un espacio y una emisora de televisión en Santiago y dos estaciones de radio en La Romana, porque transmitían programas de la oposición al gobierno. También se denunció el tiroteo a un equipo de grabación de Alicia Ortega (filmaban traslado de enseres y electrodomésticos desde la Lotería Nacional a los centros de campaña de los candidatos oficiales).
Como es su derecho, el Presidente de la República está apoyando las candidaturas de su partido en todas las provincias, para esto, hace visitas a las distintas demarcaciones acompañando los candidatos en mítines proselitistas, pero a cada población que visita, antes de su llegada, arriban patanas con fundas y cajas de comestibles que se reparten durante las actividades. El mandatario y su comitiva se desplazan en vehículos del Estado y a los candidatos oficialistas, que no tienen en su incumbencia la construcción de obras, se le facilitan recursos públicos para hacer obras que son utilizadas en la campaña política a su favor.
Se trata de reducir la propaganda de oposición a la mínima expresión y amedrentar a candidatos y votantes para que no ejerzan sus derechos. A esto se agrega la guerra de encuestas amañadas para desalentar al votante cuando se crea la percepción de un triunfo asegurado. Es claro que se busca desmoralizar a la oposición a toda costa y que se ha orquestado una inescrupulosa y agresiva campaña electoral que desequilibra el accionar de las fuerzas contendientes a favor de la representación oficial.
No hay dudas de que se está ante un plan macabro de proporciones mayúsculas para retener la supremacía en el Congreso y en los municipios cueste lo que cueste. Las dimensiones de este despropósito, supera con creses lo que hizo el reformismo en el 1978 y otros gobiernos anteriores o posteriores. Ahora existen elementos que aquella vez Balaguer no utilizó y que ni siquiera Trujillo lo hizo en 1930.
Si en 1978 era posible poner a votar a militares y haitianos, crear un “colchón” en el padrón, secuestrar urnas o detener un proceso el mismo día de las elecciones, hoy esto no se hace, pero es posible utilizar los militares para amedrentar y usar dinero para comprar cédulas y dirigentes opositores, alterar actas o emplear recursos mediáticos desleales para inducir al voto favorable.
Balaguer nunca contó con una red mediática tan poderosa como la tiene este gobierno. Se puede decir que en ese tiempo la mayor parte de la prensa favorecía a la oposición. Hoy es todo lo contrario y con el agravante que ese favor no es producto de la convicción de nadie, sino de canonjías y prebendas otorgadas con los recursos del pueblo.
Aquel comportamiento tan negativo para la democracia, dio resultados positivos a Balaguer en las tres elecciones en las que había participado antes del 1978. Todas fueron muy cuestionadas, pero siempre se salió con la suya, hasta que finalmente fue ampliamente derrotado en ese último año. Lo anterior indica, que los pueblos se cansan y llega un momento en que no soportan más el abuso del poder, el engaño y la perversidad.
En cada elección que ha participado el PLD, después de la muerte del Profesor Juan Bosch, ha ido superando sus propias vilezas. Se han hecho expertos en estrategias “exitosas” caracterizadas por las más obscuras artimañas electorales para conseguir que la población vote por ellos o que no lo haga por sus opositores. Estamos viendo ahora sus últimos “adelantos” en ardides para aplastar a la oposición en la forma más inmoral y desleal, y con el mayúsculo descaro de utilizar abiertamente los recursos del Estado, sin que nadie le controle.
El avasallante dispendio de recursos en beneficio de las candidaturas oficiales, en las cuales participan directa o indirectamente, funcionarios y miembros de la cúpula peledeísta, es reflejo, no solo del inescrupuloso uso de los recursos de las arcas públicas, sino de las grandes fortunas que ya han acumulado gentes que antes de estar en el gobierno eran pobres ciudadanos que vivían en cuartearías, mientras que hoy exhiben mansiones y villas o desconocían los Ferraris, Masseratis, Mercedez y Roy Royce que ahora se dan el lujo de comprar.
Lo más decepcionante es que, quienes incurren en estos desmanes, son los herederos políticos de Juan Bosch, fundador de la organización política que representan y el referente más puro de moral y ejercicio político que ha tenido este país.
Sus procedimientos son tan temerarios como evidentes, pero de difícil comprobación y aun demostrándose, no existe un marco legal que penalice sus acciones. Actúan con impunidad garantizada. Por algo han impedido la aprobación de la Ley de Partidos.
En su versión congresual y municipal, el pueblo debe convertir estas elecciones para el PLD, en lo mismo que fueron las del 1978 para el doctor Balaguer por la presidencia de la República; el final de un proceso de atropellos y abusos de poder.
Santo Domingo, R.D., martes, 11 de mayo de 2010
http://www.clavedigital.com/App_Pages/opinion/Firmas.aspx?Id_Articulo=17602
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