domingo, 2 de mayo de 2010

La nueva esperanza





Carlos A. Morales Troncoso

La semana pasada visité una zona franca cerca de Ouanaminthe, Haití. Llegué desde Dajabón, uno de los tres cruces fronterizos que compartimos con Haití. Como dominicano, esta visita fue muy educativa para mí.

Lo que vi allí, en el parque industrial CODEVI (Compañía de Desarrollo Industrial), es una escuela para cualquiera que le importe el bienestar de los residentes de las fronteras este y oeste con Haití. Y, sin lugar a dudas, una experiencia aleccionadora en lo que se refiere al impacto de asistencia extranjera debido a los beneficios que proporciona de manera efectiva tanto a haitianos como a dominicanos.

En esta zona franca operada por el Grupo M y presidida por Don Fernando Capellán, pude observar a unos 4,600 residentes de la isla Hispaniola –haitianos y dominicanos– trabajando de manera productiva y económicamente rentable en un ambiente saludable.

Para llegar al trabajo, se transportan en bicicletas de su propiedad y una vez allí, no esconden durante la jornada laboral que se sienten contentos por tener un buen empleo, donde además, tienen la oportunidad de alimentarse en una moderna cafetería.

Lo que observé fue el resultado de una ley norteamericana denominada Hope II. Para mí, la esperanza (hope) para el futuro. Esperanza para ambos países. Con este programa, República Dominicana tiene la capacidad de suplir a Haití insumos textiles producidos en nuestro país, los cuales son incorporados en la producción de sus confecciones textiles. Luego, este producto se exporta a EEUU, con la diferencia de que entra libre de impuestos arancelarios. Hope II, por ende, brinda a Haití un acceso preferencial al mercado estadounidense en el ramo textil, similar al otorgado a República Dominicana vía el DR-CAFTA. Esto abre una importante puerta a las co-inversiones dominico-haitianas para penetrar más eficientemente en este competitivo mercado.

Para poner en perspectiva su impacto, el 47% del total exportado por la República Dominicana a Haití corresponde a insumos y componentes para el sector textil, para ser utilizados por las plantas de co-producción que ha impulsado la iniciativa Hope.

De hecho los textiles representan el principal producto de exportación de Haití a los Estados Unidos. De igual manera, los Estados Unidos representan el principal socio comercial de Haití, concentrando el 40% de las importaciones haitianas. Ahora bien, en segundo lugar se encuentra la República Dominicana supliendo cerca de una cuarta parte del total importado por dicho país.

Pero, la zona franca es sólo una parte de la historia de la región. Dos veces por semana se celebran los mercados de productos para dominicanos y haitianos en el centro de Dajabón, donde los haitianos cruzan la frontera para participar. Con la ayuda de la Unión Europea se construye un nuevo mercado en Dajabón que creará la infraestructura para el desarrollo económico de las comunidades cercanas.

Lo que sí tengo claro es que estamos comenzando a llegar al entendimiento de lo que se puede hacer para promover la economía y el comercio entre la República Dominicana y Haití. El potencial es enorme… Dajabón y Codevi pueden proveer el modelo de lo que se puede hacer en cualquier otro punto de la frontera. El puerto de Manzanillo se utiliza actualmente para la exportación del banano hacia Europa. No obstante, es preciso que sea más que un puerto para el comercio con República Dominicana.

Se necesita que se convierta un puerto seguro para las exportaciones desde ambos lados de la frontera.

Esta es la historia de Hope II. Esta es, a mi entender, el principio de la esperanza para Haití. Para mí, una experiencia gratificante. Una lección de lo que los dominicanos y nuestros vecinos podemos hacer juntos para beneficiar a los ciudadanos de ambos países. Pero, Haití necesita más que una esperanza.

Haití necesita desarrollo sostenible en todos los aspectos de su vida nacional, desde la educación hasta el ambientalismo. Después del 12 de enero, la Comisión de Medios y Arbitrios y la Comisión de Finanzas acaban de anunciar una mejoría sustancial a través de Hope III, después de meses de negociaciones, incluyendo a los detallistas de confecciones, al gobierno haitiano y a la industria textil doméstica.

Todos sabemos que lo que sucedió el 12 de enero fue verdaderamente terrible.

Fue una catástrofe de incalculable dimensiones, humanas, ambientales y económicas. Continúo impresionándome por la labor que los haitianos y las organizaciones internacionales han realizado para calmar el sufrimiento, proveer techos a los que quedaron sin viviendas y crear nuevas condiciones para el desarrollo económico y social.

Pero, los programas de recuperación social y económica que se ejecutan deben ir acompañados de programas igualmente importantes de reforestación para el país y para prevenir los desastres ambientales que han afectado muy a menudo a Haití.

La reforestación debe ir igualmente de la mano con un agresivo programa para reemplazar el carbón como producto básico para cocinar en Haití.

Aquí está la oportunidad para el empresariado interceptar la economía rudimentaria.

Necesitamos crear y producir en masa un medio de cocina sostenible que alcance un alto grado de aceptación entre las familias haitianas.

Nuestra meta es lograr posibilidades donde otros solamente encuentran problemas. En la devastación de Haití se encuentran las semillas para un futuro próspero para nuestros vecinos de la parte oeste de la isla e igualmente gran potencial para la República Dominicana. Debemos plantar esas semillas y llevarlas a una cosecha que beneficie la isla Hispaniola.

Santo Domingo, R.D., domingo, 02 de mayo de 2010

http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=140432

No hay comentarios:

Translate