José Miguel Soto Jiménez
// DOMINICANEANDO
Hacer “bulto” es fingir una cosa con un fin específico. Por lo tanto en su esencia táctica más elaborada, el “bulto” atañe al propósito de distraer, llamar la atención, fijar la atención en una cosa que no es ni quiere ser, para ganar tiempo y preparar las condiciones para el “palo asechado” de siempre.
Claro que de forma más burda, el “bulto” es un engaño, un embuste premeditado, un artificio mendaz para aparentar una cosa que no es y luego imponer la otra como quien no quiere las cosas.
Artificio, treta, ardid, artimaña, añagaza, trampa, picardía, elementos de nuestra cultura política que siendo esencialmente pernicioso son aceptados por nuestra indiferencia e ignorancia y que suelen darse históricamente a pesar de las advertencias en un país donde se confunde la estrategia con la estratagema.
El “bulto” figura popular cargada de una malicia que denuncia la fullería en proceso, es una patraña que debe tener niveles calculados de veracidad atractiva, y ese es el cebo de la estafa, luego los aplausos y esa sorpresa calculada, que no es tal cosa, no sólo porque “guerra avisada no mata soldado y si lo mata, no es sólo por descuidado, sino porque se quiere dejar matar o no tiene de otra como se quiere plantear.
En el buen sentido del castellano universal, el “bulto” es muchas veces un “globo de ensayo” a ver qué pasa, alelando a la gente y eso sucede exactamente y ha sucedido siempre con el tema de la reelección presidencial y sus dilemas.
La argucia es hartamente conocida. El Presidente quiere y no quiere, y sin “querer queriendo” y no “debiendo ni pudiendo” constitucionalmente, por el “clamor popular” tiene que “sacrificarse una vez más por el país”, “porque se lo pide el pueblo”.
Claro que el bulto no es la reelección, ni el continuismo que tanto daño le ha hecho a la nación a través de su historia, el “bulto” son los precandidatos del partido en cuestión, no sólo porque la reelección no es tema deseable en este momento, sino porque hay tiempo para eso y a la gente hay que “meterle su paleta en la boca” para que se entretenga, mientras tanto el narcotráfico y la inseguridad ciudadana se comen el país.
Por ahora el asunto es amagar y no dar, pero sobre todo, que la oposición que no hace tal cosa, se valla con el lanzamiento y suene las cornetas del escándalo que de carambola, al hacerlo le dan el beneficio de un miedo electoral justificado por el uso y abuso de los recursos aquellos por lo que siempre hay que plantearse presupuestos complementarios o descontar el 20 % de los presupuestos de las consabidas carteras.
Rinal Klen, poeta de la calle, “mambero violento”, le pone “la tapa al pomo” del asunto en su merengue de calle “Bulto To”, y al hacerlo denuncia con la sabiduría y la angustia del barrio la agudeza de nuestra gente.
Entonces, el que tira el “bulto” es un “bultero”, y el que usa el “bulto” recurrentemente es un “bultoso”, todo lo demás es historia. Que nos traguemos el “bulto” o no dependerá de nosotros, porque Rinal también lo dice: ¿Tú no me conoces a mí? “Bultoso” que es una forma no sólo de decir que “te conozco bacalao aunque vengas disfrazao” sino que la gente no es tan “pendeja” como se piensa o se ha venido pensando.
Lo importante es tener claro de que el hombre no puede ni debe ir, pero que si va, no hay susto, ni pánico, hay que derrotarlo esta vez en las urnas, y en eso y solo en eso hay que comenzar a trabajar temprano.
Luchar como si fuera a ir es la cuestión, como si nos planteáramos el mejor de los escenarios, porque después de todo “no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista”.
¡Hay que volver a Capotillo!
Santo Domingo, R.D., jueves, 15 de julio de 2010
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