Eduardo Álvarez
Antes de cumplir los 60 años, Leonel Fernández habrá ocupado la Presidencia de la República durante tres periodos constitucionales de cuatro años cada uno. Gobernado así durante la quinta parte de su feliz existencia y más de un tercio de vida política que escogió [ingresó al PLD poco después de cumplir la edad de 20 años].
Casado tres veces, es un esposo comprensivo. Aparentemente, no le disgusta que su esposa Margarita pueda convertirse en su principal rival político a lo interno del PLD. De hecho, Jarabacoa fue una especia de laboratorio, en las elecciones pasadas, en el cual todo parece indicar que la pareja superó la prueba de un futuro debate Leonel-Margarita.
Padre de tres hijos, dos ellos jóvenes adultos, es abuelo de una niña preciosa, a quien debe prodigar cariño y consentir, como todo abuelo orgulloso. Es y ha sido una persona saludable a quien se le desconocen enfermedades de sumo cuidado y mayor riesgo, como la alta presión y la diabetes. En las fotos y videos recientes, se percibe jovial, con una figura, si no esbelta, cuidada, con un peso controlado.
La presente Constitución de la República le reserva aún la posibilidad de volver al poder en el 2016, con 63 años de edad. Joven, vital y con sobrada experiencia para gobernar, acaso, por cuatro periodo constitucional. Balaguer fue elegido por cinco cuatrienios y medio, gobernando durante 22 años, tras cumplir la edad que tendrá Leonel Fernández habiendo gobernado por tres periodos constitucionales.
Recalco deliberadamente el término “periodo constitucional” para descalificar las cantinfladas del abogado Jottin Cury hijo y el ingeniero Freddy Pérez, quienes pretenden convencernos de que el actual periodo presidencia no es constitucional [una especie de anomia, limbo o golpe de Estado a la anterior y presente Carta Magna, obviada con toda la mala fe del mundo]. Ajeno a aquélla porque lo estaría liquidando para siempre; y ta la presente porque esta fuera de juego en los comicios del 2012.
Freddy Perez, ex ministro de la SEOPC.
De cínicos y lisonjeros estamos ya hasta la coronilla. Si el lujo y el dinero fácil son voraces, más enloquecedoras son las ambiciones que empobrecen el alma. El Príncipe, bautizado con las algarabías que las miles del poder propicia, les resulta, desde luego, un dechado de virtud que no se pertenece. Condenado irremediablemente a gozar del poder infinito que el destino le ha deparado. Una suerte de espanto de infortunios. Los mismos que ayer brincaban a Trujillo y a Balaguer, luego a Hipólito y ahora a él.
Les alimentan caprichos, por tanto los convierten, a destiempo, en ancianos caprichosos, cuya chochera precoz los hace perder la cordura. Sin la suerte, tal vez, de tener unos hijos y amigos sinceros, con el valor de echarles en cara tales despropósitos. Para recordarles que el tiempo no se les acaba.
Que la firmeza, el honor y la entereza corresponde a sus verdaderos amigos, enfrentados a melifluos funcionarios, periodistas y empresarios, expoliadores del erario, hoy amigos del afortunado de ocasión, mañana distantes del desterrado.
La historia reciente está plagada de ejemplos como estos. Si no, escudriñen en la vida de poderosos gobernantes, caídos en desgracia, como el otrora hombre fuerte de Panamá, general Noriega.
http://www.desdemiescritoriord.blogspot.com/
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