sábado, 17 de julio de 2010

Gatillo alegre





Radhamés Gómez Sánchez

Dos baleados por desobedecer órdenes de alto de patrullas policiales apostadas de noche en lugares oscuros o propicios para asaltos, contribuyen a la incertidumbre ciudadana en la República Dominicana.

El estudiante de Derecho Abraham Ramos Morel y el jornalero Elio Reyes Severino se convierten con sus muertes en palpable prueba del clima de inseguridad prevaleciente.

El dominicano no puede sentirse seguro en las calles, no puede sentirse seguro en su trabajo ni puede sentirse seguro en su casa.

Este país, plagado de simuladores, está obligado a vivir al acecho, vigilante. Demasiados son los que simulan para hacerse pasar por autoridad, sin tenerla realmente.

Muchos maleantes se disfrazan con uniformes haciéndose pasar por militares o policías para cometer sus fechorías. Eso lo saben hasta los chinos de Bonao.

Solamente por eso, nada ni nadie puede obligar al ciudadano que se atreve a utilizar las calles de las que se han adueñado delincuentes y narcotraficantes a confiar en uniformados que le ordenan detenerse en un lugar peligroso.

Nadie le garantiza a la ciudadanía su seguridad, y por eso el dominicano recela.

Si los agentes tienen orden de disparar a quienes desobedezcan sus órdenes de detenerse en las peligrosas noches, en peligrosas zonas oscuras y desprovistas, la cuenta de muertes podrá ampliarse hasta el infinito.

Es muy larga la lista de indefensos ciudadanos renuentes a obedecer una orden de alto de hombres guarecidos enla sombra, o en zonas peligrosas.

Solamente aquellos provistos de amplias escoltas, guarecidos de protección que todo contribuyente les paga, podrán transitar con seguridad por las calles.

Esto ni es justo, ni es equitativo, ni es democrático.

El proceder refuerza la dictadura de la incertidumbre que mantiene a los dominicanos encerrados en sus casas, desprovistas de vigilancia y de atención tanto como de los servicios básicos de agua y luz.

Se impone que reflexionen las autoridades frente al estado predominante en la actualidad.

Se impone poner coto a los desafueros contra ciudadanos indefensos, mientras pululan campantes delincuentes y criminales de toda laya haciendo de las suyas.

Se impone poner freno al gatillo alegre que lleva luto y desconcierto a la familia dominicana. Ya está bueno.

Santo Domingo, R.D., jueves, 17 de julio de 2010

ragosa@gmail.com

http://www.desdemiescritoriord.blogspot.com/

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