José Lois Malkum
Simpatizo con el PRD y trabajo en sus organismos internos, porque es un partido que trasciende la historia. No tanto por sus memorables y gloriosas luchas en defensa de la democracia dominicana, sino por su firme posición hacia todo tipo de caudillismo e intolerancia de sus líderes. Eso se ha traducido en un rechazo sistemático a la reelección presidencial que tanto daño le ha hecho a esta sociedad y a sus fundamentos económicos, institucionales, políticos y sociales.
La reelección nos ha convertido en un país de esclavos del transfuguismo y de la corrupción, del dispendio presupuestal, del chantaje político y de la intolerancia y la persecución que arremete contra todo aquel que cuestione el poder que ejerce el gobierno. Así pasó en los primeros 12 años de Balaguer, donde esa persecución fue dura y me salpico por mis antecedentes políticos. Ahora vuelvo a experimentar lo mismo ante la cacería a que estoy sometido por personeros del propio Gobierno vinculados a los banqueros presos por los fraudes cometidos en varias entidades financieras.
Al PLD le espera lo mismo que al PRSC, o sea su desmembramiento gradual en la misma medida que su caudillo envejece y desaparece del espectro político. Podrán pasar años pero eso no se equivoca y hoy lo vemos clarito en el PRSC.
La multiplicidad de liderazgo en el PRD, lo convierten en el único partido que puede llevar a la presidencia a más de un candidato sin mayores diferencias de resultados. Ahora mismo hay dos líderes que encabezan las preferencias de los perredeistas y otros más jóvenes que surgen con fuerza. Eso lo mantendrá vivo por siempre ya que nadie puede decir que es imprescindible o que es la única carta de triunfo para llegar al poder. Eso lo deciden las bases y nadie puede dar nada por seguro.
Pero hay un problema con esa competencia interna y por esa beligerancia en la lucha por ganarse las preferencias del electorado y de las bases del partido. Y es que la misma se desarrolla en forma autodestructiva, donde sus líderes y potenciales candidatos a la presidencia, están incapacitados para, por lo menos, verse la cara en una mesa de diálogo. Esa imagen de un PRD dividido, es mortal y se materializa en una pérdida gradual de las simpatías aunque sus líderes piensen lo contrario.
Pero también contribuye con la división. ¿Cuántas veces se ha dividido el PRD por esas intransigencias? Ahora va por el mismo camino si alguien no le pone freno a la falta de entendimiento.
Durante la pasada campaña, de cada 10 personas con las que hablé sobre sus preferencias electorales, 6 me dijeron que estaban decepcionados con el gobierno del PLD, pero también con el PRD por sus luchas internas. Preferían abstenerse. Lo mismo oía en todas las reuniones sociales que asistía. Quizás convencí a varios de ellos para que votaran por Milagros y Pacheco, pero no estoy seguro de los resultados. Hay dirigentes que no votaron por esa misma razón y otros se alegraron de la derrota. En esas condiciones un partido difícilmente puede volver al poder, independientemente que haya PRD para siempre.
En vez de trabajar para fortalecer y organizar al partido y hacerle frente a un gobierno inepto y en plena descomposición, ahora todo se reduce a preguntarle a cada militante o simpatizante a que tendencia pertenece. Si esta con Hipólito o con Miguel. Pero también Eligio Jáquez, Abinader y Guido Gómez están en lo mismo, buscando adeptos para sus equipos de campaña. Eso está bien, pero lo que no está bien es alejar toda posibilidad de dialogo, de unidad y de fortalecimiento del partido.
El Presidente del PRD tiene que lanzar la primera piedra y hacer viable ese dialogo aunque le sea duro. Su cargo lo obliga y el hecho de que el partido no alcanzara sus objetivos electorales, hace aun más urgente un cambio de actitud hacia sus contrincantes. No se puede jalar la soga hasta romperla y en política, las preferencias cambian como el clima, lo que todo político debe aceptar y enfrentar. Lo que no le recomiendo a la dirigencia del PRD es que se desgasten negociando cargos en el Gobierno ya que eso es imprudente y peligroso en estos momentos.
En el lado opuesto hay también líderes jóvenes demasiado beligerante y soñadores, que quieren pescar en rio revuelto contradiciendo y cuestionando a la dirigencia del partido en todo lo que hace.
A todos les digo desde esta columna que me mantendré independiente de esas tendencias, aunque trabajando donde me corresponde, hasta que vea que los líderes y aspirantes a la Presidencia de la Republica por el PRD, se sienten en la misma mesa a buscar consenso y acuerdos para fortalecer al partido. Tienen que hacerlo ya, armando una estrategia solida y agresiva de oposición, que allanen el camino hacia el triunfo electoral en el 2012. Mientras eso no suceda, el PRD no repuntará en las preferencias del electorado y sus posibilidades de dirigir los destinos del país, se alejaran gradualmente.
Santo Domingo, R.D., martes, 13 de julio de 2010
jlmalkun@gmail.com
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