Al Día //
Juan José Ayuso
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Años antes, en 1973 y cuando el líder militar de la revolución constitucionalista y guerra patria trató de establecer un foco guerrillero en la Cordillera Central, Juan Bosch declaró a la prensa que el coronel Francisco Alberto Caamaño había sido traído de Caracas, ya cadáver y congelado, para responsabilizarlo a él de una conspiración contra el gobierno de Joaquín Balaguer.
Y años después, aceptaría un virtual golpe de Estado balaguerista que en la secretaría de las Fuerzas Armadas gestionaba Marino Vinicio Castillo a nombre del caudillo, porque en las elecciones de ese mayo habían obtenido la victoria el Partido Revolucionario y el presidente Antonio Guzmán.
Mientras las masas a través de los partidos democráticos y el empresariado de Santiago y Santo Domingo manifestaban en las calles y publicaban documentos a favor del respeto de la voluntad popular expresada en las elecciones, Bosch convocó a la prensa para aceptar el golpe virtual y para proponer la integración de un gobierno colegiado, civil y militar, con la participación de Balaguer y sus militares. ¿Pragmatismo?
El presidente norteamericano Jimmy Carter envió a Santo Domingo al teniente general Dennis MacAuliffe quien, fondeado su portaviones en El Placer de los Estudios, desembarcó y resolvió solo la rebelión de los militares que incitaban Balaguer y su vicario Castillo.
Quizá fue éste de los peores papeles que, como demócrata y revolucionario, hubiera desempeñado y desempeñaría Bosch a lo largo de su vida política. De espaldas a las masas y a los sectores de poder permanente y representativos.
Con el apoyo de las mayorías, de los partidos democráticos y de izquierda y de Estados Unidos, el presidente Guzmán tomó el poder el 16 de Agosto de 1978 y su primera medida fue desarticular la maquinaria de poder militar neotrujillista que había estructurado Balaguer.
Bosch no volvería a mencionar su triste participación de 1978, contrario a la conducta autocrítica de su enemigo político Juan Isidro Jimenes Grullón, quien más de una vez declaró el error de haber conspirado contra el gobierno de 1963 y de haber participado junto a los trujillistas de la derecha, a los militares y a los norteamericanos en el golpe de Estado del 25 de setiembre 1963.
La autocrítica no figuraba entre los puntos de la política que se trazaba Bosch quien, en muchos casos, trató de aparentar una ofensiva cuando en realidad se retiraba. Como en las elecciones de 1990 que de manera fraudulenta le arrebató Balaguer.
Nadie entendió lo que significaba el lema que utilizó Bosch para aceptar la “victoria” del neotrujillismo balaguerista y plantear lo que sería su política opositora: “que se vaya, ya”.
¿Creyó Bosch que Balaguer, en un rapto de la dignidad, de la ética y de la conciencia políticas que no tenía abandonaría el poder sólo porque se lo pedía el “que se vaya, ya?
Santo Domingo, R.D., jueves, 07 de octubre de 2010
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