domingo, 3 de octubre de 2010

Es preciso identificar a los agresores





Lilliam Oviedo

Aunque Juan Manuel Santos y su familia sean dueños de El Tiempo, el diario de mayor circulación en Colombia, hay que decir que la Operación Sodoma fue una sucia acción, y definir como vulgar asesinato la muerte del comandante Jorge Briceño (Mono Jojoy) y como masacre al estilo de los paramilitares colombianos (amigos y aliados de Santos y de su antecesor Álvaro Uribe Vélez) la matanza de otros 20 guerrilleros en La Macarena.

Rafael Correa, presidente de Ecuador.

Cinco días después, el 27 de septiembre, fue inhabilitada la congresista Piedad Córdoba. El procurador Alejandro Ordóñez es un conservador y le hizo un servicio al sector político al cual pertenece: despojar de la condición de legisladora a una mujer carismática, que se opone a la salida de fuerza y realiza gestiones concretas por la paz.

El jueves, ocurrió el intento de golpe de Estado en Ecuador. La ultraderecha pretende, con su poder mediático, ponerle otro nombre, pero la historieta de los súper policías sólo es comparable con la extensa lista de “hallazgos” en las computadoras de Raúl Reyes (asesinado en Ecuador junto a otras 24 personas en marzo 2008), y ahora en las de Jorge Briceño. ¿Hasta dónde piensan llevar la manipulación?

¿Nada tienen que ver con eso la ultraderecha plantada en Colombia, el servilismo gobernante en Perú, los organismos de inteligencia de Israel que le ofrecen tecnología, instrucción y apoyo logístico, y el propio centro del poder imperialista? Sería ingenuo pensar que no.

Juan Manuel Santos Calderon, de Colombia, y Barack H. Obama, de Estados Unidos de America.

Santos celebró junto a Barack Obama el asesinato de Jorge Briceño, porque las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, están en la lista de organizaciones terroristas elaborada por el imperio. No hicieron lo mismo ante la inhabilitación de Piedad y ante la intentona golpista en Ecuador, porque tienen que guardar la forma. Santos fue a La Macarena a tomarse fotos, y, de haber condiciones, iría a Quito.

Hay que romper la cadena de agresión. Es deber de conciencia señalar que, poses diplomáticas aparte, los agresores actúan contra el avance político... Hay que identificarlos, y dañarles el proyecto... El imperialismo oculta las manos, pero se le ven las garras...

Santo domingo, R.D., domingo, 03 de octubre de 2010


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