Atisbando //
Bonaparte Gautreaux Piñeyro
Me pregunta mucha gente en Nueva York, donde me encuentro: ¿Gautreaux, hacia dónde va el país? Les respondo de inmediato: hacia donde los dominicanos querramos que vaya. El país no ira hacia ningún lado que no permitamos, puede haber la intención de dirigir la nación sin respeto por las mejores tradiciones, sin amor al pueblo, sin trabajar en la construcción de un hoy aceptable y un mejor mañana.
Puede que los mandatarios no sientan la obligación de conducirnos por el camino de la búsqueda de la felicidad, pero esa debe ser la culpa del gobierno, no la de los gobernados.
Es obligación de los gobernados sacudirse de cualquier tipo de yugo que se le quiera imponer, ya sea un narigón o un yugo.
Los pueblos necesitan del aire para volar, la luz para saber hacia dónde van y fuerza para dirigirse al lugar correcto.
Ningún pueblo está obligado a permanecer ciego cuando puede cambiar de conductor, nadie debe permanecer sentado a la espera de que otro u otros resuelvan los problemas.
Las fuerzas sociales de un país tienen la obligación de enderezar la nación una y mil veces, para que nos alejemos cada vez más del abismo.
Cuando la torpeza se impuso y se abrieron las puertas, de nuevo, al doctor Joaquín Balaguer, este se ocupó de provocar la más bien orquestada y sistemática campana contra mandatario alguno en la historia republicana.
Se montó un circo que incluyo a la Suprema Corte de Justicia y al doctor Salvador Jorge Blanco se le anulo la posibilidad de volver al poder.
El tiempo lo demostró: Salvador Jorge Blanco no tiene los millones que Balaguer y sus carajetes dijeron que tenía.
Con el tiempo las aguas se aclaran. A mucha gente se le ha descorrido el velo que una campaña mediática permanente, bien pagada con dineros del Estado ha llevado a cabo contra Hipólito Mejía y su gobierno. Ahora el pueblo, que ha despertado grita: llegó Papá.
Nueva York, NY, jueves, 07 de octubre de 2010
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