Los principales países dieron señales de buena voluntad
Fabio R. Herrera-Miniño
A pocos días de cumplirse los nueve meses de la tragedia que sacudió a Haití, la tan pregonada ayuda billonaria parece estar sumergida en un limbo de un difícil rescate, mientras cada día aumenta la miseria y se agudiza la situación de los millones de damnificados pernoctando en improvisadas carpas, aguantando agua, sol y sereno.
Los principales países dieron señales de buena voluntad, y en todos los conclaves realizados hasta la fecha, todos hacen compromisos de que sus aportes se materializarían y servirían para rescatar a un país sumergido en la miseria que para supervivencia dependen masivamente de lo que puedan encontrar en el territorio oriental de la isla.
Sin duda alguna, las muestras de supuesta buena voluntad de las naciones ricas de abrir sus bolsillos para acudir en socorro de Haití, se han vuelto a cerrar ante el temor de que esa ayuda se disolvería en las manos de la voraz burocracia haitiana. Esta tiene una dudosa fama de integridad por el destino que corren los fondos de numerosos créditos puestos en sus manos, y los cuales no se traducen en ayuda para resolver algunos de los acuciantes problemas del vecino Estado.
Ahora Estados Unidos anuncia el nombramiento de una especie de embajador coordinador que trabajará directamente en Haití para impulsar los programas de reconstrucción y de ayuda social. Así esos recursos llegarían a sus verdaderos destinatarios, obviando que las manos de la burocracia haitiana se introduzcan en esos recursos, y que al menos, de un dólar de ayuda que se pregona, reciban un 85% del mismo.
El papel que ha jugado el país, desde el mismo momento de la ocurrencia de la tragedia, ha sido increíble. Y es alentador de que las raíces de la solidaridad dominicana no se ha perdido, pese a la pérdida de tantos valores y a la presencia de tantos vicios y maldades, que a muchos nos hacen creer que estamos al borde del colapso.
Lo que ha realizado el país con Haití, desde el 12 de enero pasado, nos mueve a confirmar que todavía el dominicano posee fibras muy valiosas de la solidaridad y de la cooperación. Su principal manifestación es el pregón insistente de nuestro presidente en cada encuentro nacional o internacional, donde su voz ha sido solidaria con la tragedia y reclamando que se materialice una ayuda, que por no llegar, mantiene cada vez más empobrecidos a millones de seres.
La decisión norteamericana de nombrar un alto funcionario en el terreno, podría ser el acicate para que otras ayudas también se materialicen, como lo es la europea, que anunció que evaluará en el terreno lo que ocurre en Haití con las ayudas y lo que se ha hecho con las mismas.
Está latente el temor difuso de que la ayuda no resuelva los graves problemas. Es el escollo para que todavía, a casi nueve meses del terremoto, los haitianos están mendigando la ayuda prometida, que por culpa de la ausencia de una maquinaria gubernamental idónea, se ha preferido de que el dinero no vaya al oficialismo gobernante y se canalice a través de diversas instituciones sin fines de lucro, iglesias y clubes de servicio.
Santo Domingo, R.D., jueves, 07 de octubre de 2010
No hay comentarios:
Publicar un comentario