José Antonio Torres
En Venezuela fue en abril del 2002, en Honduras, en junio del 2009, y en Ecuador en septiembre del 2010. Tres ensayos por revertir los procesos democráticos de esos pueblos, pero para las estadísticas del Tío Sam, es un mal promedio, ya que los resultados han sido de tres uno.
Estos hechos demuestran que, por más que se invente contra los avances democráticos de los latinoamericanos, la situación no es la misma de hace una década. Aunque la gente sigue siendo pobre y las drogas y la corrupción gubernamental han dañado una parte importante de nuestra juventud, el espíritu libertario de Enriquillo, Jerónimo, Lemba y otros, renace en cada camada de latinos sin compromiso con el actual estado de cosas.
Sin embargo, desde el Norte, donde sólo con un click cualquiera puede convertirse en millonario, ¡perdón al señor Gates!, al parecer, no han logrado decodificar el sentimiento humano.
Lo que pasó en Ecuador, el acoso a que fue sometido el presidente Rafael Correa, puede definirse como la segunda parte de una serie televisiva, donde, en el episodio “Zelaya”, los productores lograron su cometido, pero olvidaron que quedó la experiencia.
Intentar repetir en Ecuador aquel horrendo crimen democrático, fue un error. No midieron el valor y la responsabilidad del presidente Rafael Correa con su pueblo. Nunca se amilanó, ni como el avestruz escondió la cabeza. Con la frente en alto, salió a las calles para explicar a los policías los alcances de las nuevas reformas.
Azuzados por la ultraderecha interna y externa; y eso lo sabía Correa, los policías insistían en presionar la situación a la espera de la reacción de la población. Se mantuvo firme, y cada hora aumentaba el respaldo de la población y la comunidad internacional.
Correa no huyó ni se asiló. Como Salvador Allende, se mantuvo firme. Y esa firmeza fue la razón por la que el intento de golpe de Estado en Ecuador no pasó de ser un ensayo fallido.
Santo Domingo, R.D., martes, 05 de octubre de 2010
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