miércoles, 6 de octubre de 2010

Nuestro demonio favorito



El Bulevar de la Vida //
Pablo McKinney

En España, el fracaso del golpe de Estado del coronel Tejero, el 23F de 1981, unificó a las fuerzas democráticas que mediante los Pactos de La Moncloa hicieron posible una ejemplar transición hacia la democracia.

El 23 F vino a demostrar a los españoles que el diablo nunca duerme. El diablo era Franco, las oscuras fuerzas que le habían sobrevivido en las calles y los cuarteles.

Coronel Tejero.

Así se encaminó España hacia la democracia imperfecta pero preferible. Mientras agazapado y vencido, el Diablo del franquismo observaba.

¡Cuán útil fue entonces para la democracia española el acecho de ese demonio!

En Chile ocurrió igual.
Francisco Franco.

Sólo que allí, el diablo que unificó a las fuerzas democráticas fue el genocida Pinochet. Gracias a su poder electoral, que a inicios de restablecimiento de la democracia mantenía dividido el voto de los chilenos, estos entendieron que, o se ponían de acuerdo en lo fundamental, o el Demonio de la tiranía los devoraba… y volverían entonces “las oscuras golondrinas”, el Diablo.

En el caso dominicano, hemos avanzado en lo que a nuestra democracia electoral se refiere, se han creado instituciones, sistemas, estructuras jurídicas para el avance de la nación, pero falta la unidad de esfuerzos de todos los sectores nacionales para alcanzar una democracia de justicia social e igualdad de oportunidades. Nos falta voluntad, pero sobre todo nos falta un demonio unificador, un Tejero nacional, un Pinochet propio. Un demonio que nos unifique. Eso. ¡Unidad o tiranía! (¡Cuidado! que los nietos de Trujillo acechan desde el Estado y desde la oposición. Pasen revista, incluidas las revistas sociales.)

Rafael L. Trujillo y Francisco Franco.

Por todo lo anterior, apoyo que vuelvan los restos de Trujillo a la patria de todos sus muertos. Y que se cree un museo donde cada joven dominicano conozca qué cosa es una dictadura como la del perínclito, o una dictablanda como la de Balaguer. Qué cosa es ver asesinar a un hijo y no tener ni derecho a enterrarlo, ver su hija conducida por uno de esos maipiolos civiles o militares homicidas que las colindancias o el dinero han borrado, sacar a una adolescente de las faldas de su madre para llevarla sin remordimiento ni Dios al lecho del tirano… y de ahí pasar por misa, para un poco rezar… y una M que no es de miércoles, don Radha.

Este bulevar pide que vuelvan los restos de Trujillo a San Cristóbal, que construyan el museo del horror trujillista y doceañesco, que sea relanzado el Partido Dominicano ¡Ya!, a ver si de una vez y por todas, los dominicanos somos capaces de unirnos en nuestras diferencias y asumir un Plan Estratégico de Desarrollo democrático. Los pactos del malecón, el bomba, o las corbatas verdes…. Y que quien traidor se mueva, no salga en la foto. (¡La patria, estúpidos, la patria!)

En fin, que como Franco o Pinochet, Trujillo debe ser nuestro demonio favorito para avanzar.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 06 de octubre de 2010

(pablomckinney.com)

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