martes, 7 de diciembre de 2010

La columna de Miguel Guerrero


Miguel Guerrero

En ninguna otra esfera del gobierno se percibe un nivel de incoherencia tan decepcionante como en el de la educación. 

A la resistencia a darle cumplimiento a la ley que dispone el 4% del PIB para el sector, se añade la introducción casi clandestina de un “texto integrado” para la enseñanza básica que supone el milagro de que todos los niños nacen alfabetizados y con un conocimiento de la lengua materna que hace innecesario su aprendizaje en la forma en que el currículo lo establece. 

La mágica aparición de este texto, que elimina todos los demás en el nivel primario, plantea una cuestión elemental: ¿quién compensará a las empresas y a los padres por el gasto en el verano en la compra de los libros supuestamente a usarse en el año escolar iniciado en septiembre? 

Cálculos conservadores sitúan en decenas de millones de pesos la inversión realizada en la adquisición de esos libros, incluso por parte de varios organismos oficiales. 

¿Qué hacer ahora con esos libros? No se trata de una pregunta irrelevante, porque sabemos que muchas familias se endeudaron y gastaron lo que no podían para dotar a sus hijos de los materiales de estudio que dos meses después con la nueva disposición del Ministerio no servirán para mucho. No parece necesario escudriñar a fondo para llegar a la conclusión de que estamos ante uno de los grandes tollos en el área educativa de la historia nacional. 

Invertir cerca de mil millones en la impresión de textos, en violación probablemente de la ley de contratación del Estado, sin concurso público internacional, solo como resultado de consultas y decisiones excluyentes, dejando de lado al Consejo Nacional de Educación y a los técnicos nacionales, mientras el gobierno se declara insolvente para cumplir el mandato de la ley sobre el porcentaje del PIB para la educación, es verdaderamente escandaloso. La república no sale de su asombro. (Miguel Guerrero es escritor y periodista).


Santo Domingo, R.D., martes, 07 de diciembre de 2010


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