Julio Cury
El 8 de junio de 1990, Alberto Fujimori y su Cambio 90 se impusieron a Mario Vargas Llosa, y cinco años más tarde se repostuló, superando al ex secretario de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar. Inmediatamente después, dejó entrever intenciones de seguir gobernando más allá del límite de su segundo mandato, y fue cuando empezó su desgracia.
Escogido por primera vez en virtud de la Constitución de 1979 que prohibía la reelección inmediata, promovió su modificación en 1993 para consagrar el derecho a la repostulación consecutiva. El debate giró en torno a el período 90-95, durante el cual se levantó el impedimento a repostularse, computaba para determinar si su reelección en 1995 constituía la única a la que tenía derecho, o en cambio, si podía aspirar también en el 2000 partiendo de un acomodado enfoque del principio de la irretroactividad de la ley.
Cuando el tribunal constitucional se abocaba a juzgarlo, el Congreso, compuesto mayoritariamente por partidarios de Fujimori, destituyó sus integrantes y designó jueces comprometidos con la tesis jurídica que favorecía sus ambiciones continuistas. Y el 28 de julio del 2000 pudo tomar posesión de su tercer mandato, pero dos meses después empezaron a salir vídeos de Vladimiro Montesinos, su mano derecha, en los que aparecía sobornando periodistas y políticos de oposición.
Alberto Fujimori.
El 19 de noviembre del 2000 recaló en Japón luego de un viaje a Brunei, desde donde remitió su renuncia por fax; sin embargo, el Congreso la rechazó, declarando vacante la presidencia en razón de la “incapacidad moral permanente” de Fujimori. Después de él, solo a Uribe se le ha ocurrido perseguir un tercer mandato consecutivo, a cuya pretensión se le opusieron los mismos que desde Langley, Virginia, EEUU, filtraron los vladivideos que decretaron el final del régimen del peruano que hoy sirve una condena de 25 años por peculado, asesinato y secuestro.
Santo Domingo, R.D., miércoles, 19 de enero de 2011.
http://www.elnacional.com.do/opiniones/2011/1/19/72506/El-caso-Fujimori
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