jueves, 6 de enero de 2011

Locuras reeleccionistas

Eduardo Álvarez

El juez Eddy Ovares aclara, oportunamente, que la recolección de firmas promoviendo la reelección de Leonel Fernández está al margen de la ley y la Constitución.  Es un asunto partidario.  Si la Constitución no puede ser modificada mediante una consulta popular, ¿para qué procurar dos millones de firmas, evidentemente compradas?

De ser así, se trata de una gestión PLD, lo cual no ha sido aclarado por la cúpula de ese partido, incluyendo al protagonista de este evento.

El senador de Salcedo acaba de informar que la campaña esta siendo coordinada por los senadores del PLD, lo cual es cuestionable. Es harto sabido que el Presidente no cuenta con el favor de todos los senadores de su partido.

Si perturbadores son tales aprestos,  extraño es que el Comité Político del PLD no se haya emitido una nota aclaratoria que desvincule de este disparate.

Es cierto que todo arrebato expande sus efectos, desatando otros de mayores proporciones. La carta de los 26 senadores renunciando a su autonomía a favor del Ejecutivo marcó la pauta.

Esa carta y la recolección de dos millones de firmas para violentar la Constitución, son el preámbulo de una hecatombe inevitable en el propio partido oficial. El poder venciendo, nueva vez, a Danilo Medina y destruyendo la mayor obra política de Juan Bosch.

Y lo peor de todo es que toda esta locura amenaza con arrasar todo el sistema de partidos. Como si no fuera suficiente el fenómeno Chávez, que pulverizó más de medio siglo de historia de los  punteros Adeco y Copei, para aprender la lección.

Afanados en el clientelismo y el enriquecimiento particular, los dirigentes del PLD han puesto una distancia insalvable entre sus ambiciones y los idéameles que le dieron origen y razón de ser.  Los aprestos reeleccionistas, así como la falta de una oposición más firme, decidida y calificada posibilitan el descalabro del presente orden político y económico.

También el orden económico, por supuesto. Vale el subrayado ene este punto para los empresarios dominicanos, que no se han dado por enterado ni les interesa saber nada de lo que está pasando. Acostaos sobre sus panzas, como gatos gordos, se los van a comer los ratone.

Con la llegad de Chávez salieron despavoridos los dueños de los dos grandes y todo el empresariado favorecidos por su juegos y negocios. Hace más de 50 años ocurrió lo mismo en Cuba y todos pretenden haberlo olvidado.

Santo Domingo, R.D., jueves, 06 de enero de 2011.

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