ORLANDO DICE//
ORLANDO GIL
LA CATEGORÍA.- José Tomás Pérez y Franklin Almeyda deben dejar de estar refunfuñando. Los seguidores del presidente Leonel Fernández decidieron apoyar a Danilo Medina porque Medina tuvo desde el principio una categoría que ellos nunca alcanzaron: la de candidato. Uno y otro jugaron a la brecha, y la brecha simplemente no se abrió. Esperaron que se decidiera lo de la reelección, y fueron reeleccionistas pasivos, de manera que perdieron su tiempo, no se posicionaron por sí mismos, y ahora no deben llorar ante la leche derramada. Incluso, observadores independientes los regañaron por esa falta de entereza. La apuesta que hicieron era todo ganancia y nada de riesgo. Supusieron que el presidente Fernández buscaría un nuevo mandato, y que de no hacerlo, apoyaría a cualquiera menos a Medina. Con levantar la mano como niño de escuela y decir “yo, profesor, yo” todo estaba resuelto. Pues no, equivocaron el cálculo. El maestro, por esos imponderables de la vida, dejó en manos del curso la selección. Y los muchachos (senadores, diputados, alcaldes, gobernadores y compañeros de la base) señalaron a Medina...
EL CAMBIO.- La jugaron mal al principio, igual en el transcurso y ahora peor al final. Cuando eran funcionarios convocaban y llenaban locales, sin que ninguno de sus oponentes denunciara la posible utilización de los recursos del Estado. Las notas de prensa de Almeyda llegaban a los medios en hojas timbradas del ministerio de Interior y Policía y tuvo el más hermoso equipo de campaña. Desde fuera se le envidiaba, pues lo integraban mujeres de talento, con capacidad y belleza. A Almeyda nunca se le había conocido gusto tan exquisito como hombre y como político, pero como dice el refrán nunca es tarde si la dicha es buena. Sin embargo, cuando lo destituyeron del cargo y pasó a ser ciudadano normal y corriente, e igual a pelear a manos peladas como sus adversarios, recordó que el vicepresidente Rafael Alburquerque contaba con ventaja. La de su investidura, pero además los programas que manejaba. Ahí, evidentemente, resbaló, pues desde todos los ángulos se interpretó su resabio como un ajuste de cuenta con el jefe del Estado, de quien se creyó siempre que patrocinaba al segundo hombre de abordo...
Y SIGUE.- La última declaración de Almeyda incurre en el mismo error. Como supone la mano de Félix Bautista en los últimos acontecimientos, en especial en el respaldo de los senadores y diputados a Danilo Medina, la carga contra el secretario de organización del PLD. ¡Anjá, ahora! Es verdad que Bautista falla al pichar, quechar y batear al mismo tiempo, pero igual hizo cuando se afanaba por la reelección. ¿Protestó Almeyda alguna vez? Nunca. Recuerdo haber llamado la atención del Comité Político cuando el senador por San Juan de la Maguana preparaba esos mítines regionales de reafirmación al líder, y veladamente al potencial candidato, sin que nadie moviera un dedo o dijera esta boca es mía. O cuando dirigía los operativos de recogida de firmas y compartía tribuna con el jefe del Estado en un acto segregado del partido y que era puro trujillismo. Como en las bodas, era oportuno el “hable ahora o calle para siempre”. Almeyda no habló entonces, dejó hacer y pasar a Bautista. No puede, por tanto, quejarse ahora de que estropee de nuevo la institucionalidad del partido...

Santo Domingo, R.D., miércoles, 25 de mayo de 2011.
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