viernes, 19 de agosto de 2011

Elección de jueces


VIVENCIAS//
JUAN FCO. PUELLO HERRERA

He seguido de cerca con un dejo de preocupación los  distintos foros donde se analizan las condiciones que deben reunir los futuros jueces que integrarán las altas cortes como se les denomina ahora con acento esnobista. Pero es importante también analizar (¿supervisar?) a los “responsables” de evaluar y nombrar a los jueces de las altas cortes, por aquello de que todo aquel que tiene la responsabilidad de elegir debe actuar con ecuanimidad y ser una persona íntegra sin importar el cargo que ocupe.

En cualquier estamento de la administración pública en el país, se ha hecho una costumbre la de repartir cargos por politiquería, porque alguien lo necesita o asegurarle el futuro, por influencia, por conveniencia o sencillamente porque el favorecido tiene una conexión (“enllave”) con algún influyente personaje.

No hay una justicia particular distributiva para esos nombramientos. El elegir o evaluar a un aspirante a ocupar un puesto de juez, hay que verlo como un proceso en el que se debe aplicar como dogma una frase atribuida a Albert Einstein de que no “todo lo que cuenta es evaluable, ni todo lo que puede evaluarse cuenta”.

Se habla de que la elección de los “altos jueces” debe ser transparente, pública y abierta. Sin embargo, no se ha puesto suficiente énfasis en lo siguiente: No se trata de asegurar un salario y la pensión que garantice la vejez a alguien. La coherencia entre lo que se dice y hace. Tener claro que la justicia está fuera del comercio y es entendida como igualdad, proporcionalidad, armonía, medida de cambio y distribución. La no relativización de los valores morales (por ejemplo, un juez que esté casado no puede tener amantes o visitar lugares en que su moral se ponga en tela juicio). La  humildad como norma de vida.

Ser juez es una vocación y entraña sacrificios. Seguiré con el tema...

Santo Domingo, R.D., Viernes, 19 de Agosto de 2011.

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