Ya no puede ser coincidencia que en cada crimen sonoro haya un policía o militar envuelto, pues como dice el refrán, "un caso es azar; dos, una coincidencia, pero tres es un patrón de conducta".
Que oficiales y soldados o agentes de policía cercanos a los jefes de las instituciones que reprimen el delito, hayan sido captados por los barones de la droga, pone a pensar muy seriamente respecto a los niveles de penetración del narco y de la delincuencia común en las filas de las fuerzas del orden.
Se entiende por qué la gente es tan renuente a detenerse ante una patrulla: ya no se sabe quiénes son los buenos y quiénes los malos. Hasta los malos recelan de sus perseguidores y prefieren estrellar su vehículo en un lugar vigilado para escapar de una posible muerte a manos equivocadas.
Ya no vale lo de "viene el lobo". El lobo está aquí con nosotros y se va a necesitar de muchas agallas y responsabilidad para limpiar nuestras Fuerzas Armadas y Policía de tantas manzanas podridas. No se puede esperar más.
Santo Domingo, R.D., jueves, 22 de septiembre de 2011.
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