HAMLET HERMANN
La fotografía que adorna la página 9-A del periódico HOY, sábado 3 de septiembre de 2011, es sumamente expresiva. Siete cabizbajos miembros del Comité Político del Partido de la Liberación Dominicana, escondían sus miradas.
Dos asistentes de protocolo los observaban sosteniendo sus respectivas quijadas, aparentemente para impedir que se desplomaran por el asombro. Una palabra podría describir esa imagen: rabia, por aquello del delito flagrante descubierto. Era la conferencia de prensa en la que el secretario general del PLD, abogado Reynaldo Pared, justificaba la arrogante fullería del abogado Euclides Gutiérrez en cuanto a la energía eléctrica consumida y no pagada durante casi cinco años.
La excusa del Presidente del Senado para justificar el no pago de la energía era “la trayectoria de Gutiérrez Félix a quien considera un hombre que sólo ha sabido defender y procurar lo mejor para su patria. Patriota a carta cabal que siempre ha estado en primer plano cuando se trata de defender la dignidad de los seres humanos que como él aprendieron de Juan Bosch”.
Tanta hipocresía hizo retumbar el trueno de la historia. Este país ha ofrecido durante los 70 años recientes las oportunidades para que cualquiera eligiera el sector a defender o a combatir.
Como lo hizo Tulio Arvelo, abogado y profesor que eligió combatir políticamente al tirano Trujillo sin pensar en enriquecerse. Deportado por el régimen, retornó en 1949, con las armas en la mano, por la bahía de Luperón. Mientras, otros se cobijaban bajo el manto de la juventud trujillista avalando los genocidios.
Pensé en el abogado José Cordero Michel, notable intelectual, quien pudo haberse enriquecido con sólo sonreír a Trujillo. Pero prefirió morir combatiendo en una playa puertoplateña en junio de 1959, defendiendo a la patria oprimida. Mientras, algunos de sus contemporáneos se sumaban a la Guardia Universitaria de la tiranía para adular a El Jefe y negar el patriotismo.
El abogado Manuel Aurelio Tavárez Justo fue apresado a principios de 1960 por conspirar contra la tiranía. Torturado y vejado, se enteró en la cárcel del asesinato de su esposa Minerva Mirabal junto a dos de sus hermanas por no transigir con el régimen. Mientras, algunos profesionales del Derecho se vinculaban íntimamente al Servicio de Inteligencia Militar, al tiempo que alardeaban de formar parte del equipo de propaganda de Radio Caribe.
Ramón Negro Veras, abogado notable, coqueteaba desde la adolescencia con la muerte al formar parte vital de Los Panfleteros de Santiago. Exponía su vida sin pensar en el enriquecimiento personal. Primaba la defensa de la dignidad de todo un pueblo. Mientras, un joven abogado vinculado al Servicio de Inteligencia Militar ocuparía una curul del Congreso trujillista, para representar lo más servil y despreciable de la juventud dominicana. Allí, la patria era Trujillo.
Ajusticiado El Jefe, los trujillistas corrieron a mimetizarse con disfraces que hicieran olvidar al SIM y a Radio Caribe. Una doctrina elaboraron entonces para justificar su mutación desde fervientes trujillistas a radicales anti trujillistas que hablaban, aunque no actuaban, como revolucionarios.
El abogado Juan Miguel Román eligió en abril de 1965 empuñar el fusil para combatir al imperio invasor y no refugiarse en una oficina en la zona constitucionalista. Demostró su convicción con la cara al sol, sin esconderse durante los intensos combates. Muchos otros abogados también defendieron la patria con su capacidad intelectual asumiendo riesgos sin pensar en pasarle factura al país para acumular riquezas.
Durante los 12 años de Balaguer cayeron asesinados verdaderos patriotas, abogados por demás, como Guido Gil, defensor legal del Sindicato Unido de La Romana. Asimismo, otros abogados se marginaban del proceso evadiendo los riesgos y los sacrificios que aquella época obligaba a asumir. El esfuerzo guerrillero del patriótico coronel Francisco Caamaño fue evadido y hasta denunciado entonces por abogados que ahora exhiben fotografías junto al héroe caído en la soledad de las montañas.
Cuando la democracia llegó, y la corrupción empezó a multiplicarse, los farsantes se hicieron más evidentes al demostrar que sólo les había interesado apropiarse del erario como símbolo del éxito que habían buscado incesantemente. Lo que nunca imaginaron fue que iban a ser descubiertos y expuestos, no como patriotas, sino como fulleros y oportunistas.
Santo Domingo, R.D., lunes, 12 de septiembre de 2011.
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