lunes, 12 de septiembre de 2011

La ausencia de Miguel Vargas


JUANY URIBE

No poco se ha especulado con respecto a la ausencia del Presidente del PRD de la reunión en la cual el candidato presidencial de la organización, ing. Hipólito Mejia, presentó su Comando de Campaña.

Y a no pocas personas –perredeístas y no perredeístas— nos disgustó el hecho, habida cuenta de que el acto revestía trascendencia para el partido blanco en particular, para el proceso democrático en general y por ser el ing. Vargas el Presidente de la organización.

Se ha dicho que la reacción de Miguel Vargas se debe a que aún no acepta los resultados de la pasada convención. En lo personal, no creo que alguien como él, que se confiesa alumno de José Francisco Peña Gómez –de quien estuvo muy cerca y de cuya amistad y confianza gozó— mantenga ese tipo de actitudes.

Peña Gómez fue el líder mas vilipendiado, objeto de arteras maquinaciones, victima de fraudes que le arrebataron triunfos legítimamente ganados y como un titán, se sobrepuso a todas las vicisitudes, remontó la corriente y siempre proclamó la necesidad de unidad en su partido. Miguel Vargas, que compartió con él esos momentos malos, debe recordarlo.

La política es la ciencia de lo mudable, de lo contingente y de lo relativo. Como tal, torna realizables en poco tiempo, cosas que en el pasado parecieron imposibles y los políticos cuentan con personas que les llevan esperanzas que ellos mismos hacen nacer y no razonamientos lógicos.

A Miguel Vargas le corresponde poner en práctica las experiencias que compartió con su maestro y cerrar el camino a la fábrica de rumores especulativos que quieren mostrarlo como un hombre incapaz de sobreponerse a un contratiempo propio de la actividad política. A él le atañe recoger el ramo de olivo que le fue extendido el pasado viernes y remontar la corriente, Un revés no es una derrota y Miguel Vargas cuenta con juventud y capacidad para enfrentar futuras batallas, tan solo debe saber convertir las pérdidas en ganancias y las batallas en coronas.

El país no quiere divisiones, ni incomprensiones entre los dirigentes políticos, incomprensiones que arrastran y dañan a ciudadanos que solamente deseamos paz, educación, justicia equitativa, fuentes de trabajo y soluciones a los problemas que nos aquejan.

Las pérdidas siempre tienen un sabor amargo, pero, ¿acaso no pierden hojas los árboles cada día y no por eso mueren? 

Santo Domingo, R.D., lunes, 12 de septiembre de 2011.

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