miércoles, 5 de octubre de 2011

Irritante


Editorial El Nacional

Como si se pretendiera romper algún récord mundial de excentricidades, un diputado ha sometido un proyecto de ley para que el Estado, de sus muy abundantes arcas, provea de un  salario a los suplentes  de  regidores, lo que significaría crear una  macrocefalia burocrática que incorporaría al erario a miles de conmilitones políticos.

Como para guardar la  apariencia, el diputado Aquilino Serrata (PLD-Santo Domingo) propone  que esos sustitutos de regidores sean designados alcaldes pedáneos y se les provea de un sueldo equivalente al 75 por ciento del que percibe el titular, que nunca podría ser menor a dos salarios mínimos.

Antes, cuando la República  no  estaba contaminada por el cruento clientelismo que hoy padece, los regidores electos o designados  no percibían sueldos o salarios, pues su labor estaba señalada en la ley como honorífica y aun así se requería para desempeñar esos cargos, que el  aspirante fuera un munícipe dotado de prestigio y calidad cívica.

En estos tiempos de cólera moral,  ediles de ayuntamientos grandes y pequeños se han hecho aprobar salarios de lujo y otros privilegios pecuniarios que se cargan a cuenta de la municipalidad, sin contar los  evidentes casos de tráfico de influencia que se  suscitan o se denuncian en no pocas salas capitulares.

Ese legislador, que debería emplear su tiempo en cuestiones  más productivas para la sociedad, pretende que a suplentes de regidores  se les nombre también por ley alcaldes pedáneos para que funjan como “fiscalizadores de las políticas municipales”,  atribuciones que hasta donde se  tenía entendido  correspondía a los ediles  titulares.

Conforme a ese  absurdo proyecto de ley, si un  regidor  devenga cien mil pesos mensuales,  el suplente percibiría un salario de 75 mil, pero  además se conformaría consejos  paralelos de regidores  convertidos en  alcaldes pedáneos, que seguramente requerirían de dietas, vehículos, combustibles, secretarias y algunas que otras exoneraciones.

Alguien debe decirle a ese diputado que su proyecto de ley constituye una afrenta a la colectividad, que además de carecer de sentido y utilidad,  sólo procura  beneficiar a terceros y crear una burocracia raquítica y parasitaria  en perjuicio del Estado y de la municipalidad.

Iniciativas como la planteada por el  legislador Serrata irritan a la sociedad y obligan a reflexionar  sobre  el  concepto de piñata que para muchos  congresistas y políticos tienen las instituciones  del Estado, que deben fungir como vacas lecheras con ubres disponibles para todo desenfreno.

Santo Domingo, R.D., miércoles, 05 de octubre de 2011.

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