Los pueblos tienen héroes que
no se ven; actúan como las abejas
BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Los hombres somos tímidos para reconocer los méritos de los otros, de los demás. Olvidamos, como dijo el poeta, que somos los demás de los demás.
“Nos miramos al espejo y si no nos enamoramos, nos piropeamos”.
Almorzábamos en casa de Juan Bosch, en el kilómetro 7½ de la avenida Independencia y en medio de la conversación el anfitrión dijo: “el héroe es el artista de la acción“ se refería al comandante constitucionalista Ramón Manuel Montes Arache, participante en el condumio. La frase había sido escrita en los “Apuntes sobre el arte de escribir cuentos”.
En este mundo hay héroes y héroes, aunque es cierto que algunos son más héroes que otros.
Tomo por ejemplo, y no es al azar, la frase de Bosch en la cual elogiaba algo infame cuando decía que sabe gobernar quien se mantiene en el poder.
Con esa frase, escrita en la década de 1950 ó 1960, aplicada a su ejercicio constitucional lo condena como un hombre que no supo gobernar, pero esa es harina de otro artículo.
Hoy me refiero a héroes como el poeta Pedro Mir, con su formidable denuncia escrita de manera viril en “Hay un país en el mundo” o con la ternura contenida en “Amén de mariposas”.
Me refiero a héroes como Jorge (Nossin) Hazoury Bahles, quien logró convertir en realidad el sueño que hoy es el hospital de la diabetes.
Me refiero a una heroína que cambió la dulzura y el calor de su hogar hasta convertirse en una dama de hierro, de un tesón a imitar, de una visión extraordinaria, de un sentido y práctica de la real caridad, de una cariñosa y certera decisión de ayudar sin pedir nada a cambio, quien con una sonrisa tierna de madre amorosa, decidió servir como puente para aliviar o sanar el sufrimiento de personas y familias, sin buscar a cambio nada más que la fresca brisa de las tardes sobre su frente de persona de bien.
Mary Perez de Marranzini.
Esa dama extraordinaria, esa heroína nacional ha sido puente para que se hayan ofrecido 9 millones de servicios a la población con problemas físico-motores y de aprendizaje.
Esa tarea ímproba se ejecuta en 23 centros esparcidos en la geografía nacional por un personal cuya dedicación y entrega siempre es reconocido por la inspiradora del servicio de rehabilitación.
Los pueblos tienen grandes héroes que no se ven, que actúan como las abejas que trabajan para ofrecer la dulce y curativa miel: me refiero a doña Mary Pérez de Marranzini, cuyo ejemplo de vida merece ser resaltado e imitado todos los días.
Su gran tarea llega a los 48 años de servicios. ¡Que Dios la bendiga, doña Mary!
Santo Domingo, R.D., jueves, 06 de octubre de 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario