EN PLURAL//
Yvelisse Prats Ramírez De Pérez
Bryce Echenique afirma que él siempre ha llegado tarde a todas las edades de la vida. En este día último del año, siento que yo también estoy llegando tarde a la página final del calendario 2011, que fue para tantos, incluyéndome a mí, muy difícil.
Ni siquiera tengo preparada la habitual, prolija y exigente lista de los propósitos que pautaría mi agenda del año próximo.
Debo apresurarme. En el umbral del suceso, intento rebasar la asintonía entre el impetuoso fervor pascuero de mi infancia remota, y la tristeza de esta Navidad nublada por temores.
Faltan pocas horas para que arribe el 2012, y aunque morosamente, lo abordo.
El año que se acaba no fue amable sino para unos cuantos ¡ay!, los mismos. Volvamos la vista hacia el que viene, intentaremos hipnotizarlo para que nos trate mejor.
Llego tarde a este día que precede a la Nochevieja de cohetes, sahumerios y añoranzas. No hubo tiempo, o faltaban ánimos, para negociar en privado conmigo misma mis pretensiones para el 2012, y las tareas que me darán razones para sobrevivir.
Por eso voy a formular la lista de quereres, quehaceres y exorcismos para el año que viene, mientras escribo En Plural, con voz de letra impresa, por tanto irreversible.
Veamos: el optimismo no encabeza esta lista. Solo en edulcoradas tarjetas de felicitaciones con paisajitos nevados y mensajes “in english” y desparpajo ilógico, puede decirse este año que el próximo la situación será como se afirma en la práctica de la Meditación Trascendental, “mejor, mejor y mejor”.
La recesión de la economía en Estados Unidos y en Europa, los esqueléticos niños y las famélicas mujeres de África, las despiadadas crecientes desigualdades en América Latina, las alarmas de nuestro Santo Padre, traban la positividad.
No estoy optimista, repito. Veo, percibo, me enojo, sufro. Pero, como el Apóstol Pablo, me mantengo en la fe.
Con esa fe que mueve montañas y resucita muertos superé enfermedades, fracasos, “llegadas tarde”, dolores ajenos que sentí propios, desencantos y frustraciones en el año que se va.
Esa fe me impulsa a mirar de frente la incógnita del año que llega creyendo todavía en la gente, por lo menos en algunas, y en mí misma, porque “Dios ha hecho maravillas en mí”.
La fe me fortalece para ir formulando estos propósitos míos y metas nacionales en medio de la crisis, a pesar de los signos adversos.
En lo personal resumo en tres voluntades decididas la agenda que me dicta esa fe: continuaré trabajando en mi partido, en las aulas, pese a los refunfuños familiares, porque sólo en el trabajo siento que aún existo; me cuidaré un poco más, rescataré los tenis arrinconados y acompañaré a Mario en su caminata mañanera, mi cuerpo es el templo de Dios y debo mantenerlo sano a Su Servicio; y hablaré menos, aunque escriba más, por que aprenderé mucho escuchando a los otros.
Mientras escribo, compruebo de repente que nada nuevo hay en estas decisiones de Año Nuevo.
Son antiguas, no las cumplí, llegué tarde, pero siguen siendo válidas no sólo para mí, sino para los/as que como yo, se empeñan en dar a la vejez sentido de vida.
Para mi país, lo que quiero que se logre en el próximo año está dicho, redicho en mis artículos, clases y peleas, multiplicado en palabras que volaron. Algunas se posaron, y parieron acciones colectivas. Las sintetizo ahora en una sola: CAMBIO.
Cambiar la dadivosa perfidia de las nominillas y regalos por políticas públicas que establezcan coherencia en la igualdad de derechos ejercidos.
Cambiar la justicia para que sea más justa, severa e incorrupta.
Cambiar la educación que segrega y aliena por una equitativa, incluyente y de calidad, concebida como derecho humano a la vez que vector de desarrollo.
Cambiar, para ampliarlo, el Sistema de Seguridad Social convirtiéndolo en sombrilla universal que cubra a todos los dominicanos, envejecientes e infantes con especial devoción.
Por supuesto, cambiar el gobierno.
Que el 20 de mayo los ciudadanos votemos para que la opulencia inexplicable, el derroche insensible, no siga haciendo que nuestro país llegue tarde a las citas con la modernidad, Metas del Milenio incluidas.
¿Seguir llegando tarde? Quizá Bryce Echenique, a lo mejor yo. Pero no la República Dominicana.
Que los sentimientos de redención y solidaridad que envío En Plural sean recibidos, no como felicitación de compromiso, sino como un reto y muchas esperanzas.
O, como le respondería a Bryce Echenique, en nuestra paremiología criolla, “nunca es tarde si la dicha es buena”.
Santo Domingo, R.D., sábado, 31 de diciembre de 2011.
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