martes, 27 de diciembre de 2011

Historia repetida


Pedro P. Yermenos Forastieri

 Al margen de nombres inobjetables, la constitución de las altas cortes ha sido una demostración de un ejercicio abusivo del poder, caracterizado por la creencia de que las victorias electorales conceden derecho a organizar el Estado a imagen y semejanza de la fuerza política triunfante. Nada más antidemocrático que ese accionar.

Tener predominio cuantitativo en órganos de elección no debe ser usado para distorsionar las reglas que impone un ejercicio democrático equitativo. Es cierto que actuar de esa forma se sustenta en un hecho legal, pero el resultado obtenido con ese proceder está viciado de ilegitimidad.

 Al integrarse entidades tan trascendentes como las que nos ocupan, debe actuarse de forma que se garantice la consecución de los fines estelares que están llamadas a procurar, jamás para que sean cajas de resonancia de los intereses políticos a los cuales deben su incorporación.

 En esta ocasión, sobre todo por los precedentes que se tenían, no ha habido mayores sorpresas, lo cual no quiere decir que no produzca irritación que se insista en actuar en función exclusiva de conveniencias particulares y no en defensa de la consolidación democrática.

 Lo sucedido se ha erigido en una burla para la mayoría de los evaluados y para el país. No porque muchos de los primeros no hayan sido seleccionados, sino porque lejos de haberse hecho la integración como resultado del proceso evaluativo, lo que se hizo fue una mascarada que no se tomó en cuenta para nada. De hecho, varios de los electos, de haber sido por su desempeño, debieron ser descartados sin ninguna contemplación.

 Lo más triste de todo esto es que las fuerzas políticas que por su incidencia pudieran accionar en contra de una actitud de esa naturaleza, están impedidas de hacerlo por carencia de autoridad moral, toda vez que en su oportunidad asumieron idénticas conductas y en la actualidad se conforman con las migajas del pastel que les dejan caer las fuerzas hegemónicas que, con ese proceder, las usan como tontas útiles para dar la sensación de que todo se ha hecho de consenso con las diversas fuerzas políticas representadas.

 Después que no se quejen de las maniobras en su contra, tal como en la actualidad ocurre en la Junta Central Electoral, organismo donde los mismos intereses operan para reciprocar “el favor” de su elección. Sus verdugos siempre tendrán la respuesta perfecta: “Pero ahí está su representante, nada en su contra puede prosperar”.

Santo Domingo, R.D., martes, 27 de diciembre de 2011.

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